Con ello, los Estados Generales holandeses comenzaron una agresiva campaña de expansión comercial al Nuevo Mundo, sirviéndose de corsarios para atacar y saquear las flotas españolas y portuguesas.
El 26 de septiembre, Enrico desembarcó a 800 hombres y ocupó la ciudad, ya vacía.
Tras la negativa española a rendirse, comenzó una batalla de cañones que duró 21 días.
Estas operaciones rompieron el efecto del asedio holandés al castillo.
Los holandeses se retiraron definitivamente el 2 de noviembre, tras una contienda que dejó 400 muertos.