Antonio Maceo

También de acuerdo con estas fuentes, Marcos Maceo habría abandonado Venezuela como resultado del resultado adverso de las fuerzas realistas y emigrado inicialmente a República Dominicana, desde donde se habría trasladado años más tarde a Cuba.

Según consta en todas las memorias, los 19 hijos llegaron a la adultez o al menos a la adolescencia, en un raro caso de supervivencia, dada la elevada mortalidad infantil de la época.

Al caer en combate el caudillo camagüeyano Ignacio Agramonte y partir Gómez para tomar el mando del Camagüey, quedaron Antonio Maceo y Calixto García como los máximos responsables de la guerra liberadora en la provincia de Oriente.

A todos estos eventos se opuso firmemente el entonces Brigadier General Antonio Maceo, adalid de la disciplina militar y obediencia al gobierno revolucionario.

Al mismo tiempo, el gobierno español de Cuba seguía concentrando fuerzas para cercar a las huestes mambisas, cada vez más escasas.

Más tarde Maceo y Calixto García en Nueva York planearon una invasión a Cuba que dio inicio a la también fracasada Guerra Chiquita en 1879, en la cual no peleó directamente por haber sido enviado Calixto García delante como jefe principal, con vistas a evitar la exacerbación de los prejuicios raciales que actuaban contra Maceo, fundamentalmente a causa de la propaganda española, que lo acusaba de buscar una guerra de razas, calumnias que rechazó dignamente en repetidas ocasiones.

Luego de cortas estadías en Haití ―donde se le persiguió y se le trató de asesinar por gestiones del consulado español allí radicado― y la Jamaica británica ―en 1879, donde Maceo no fue perseguido sino que disfrutó del salvoconducto que le ofreció Martínez Campos y fue trasladado a esta isla por el buque de guerra español Fernando el Católico, acompañado por el general mambí Bembeta (Bernabé Varona)―.

Todos los que conocieron a Maceo, desde Rubén Darío o don Ricardo Jiménez, hasta don Federico Apéstegui, el comerciante vasco radicado en Nicoya quien escribió un libro de memorias sobre la época, coinciden en describirlo como un hombre reservado, de pocas palabras, gentil, culto y refinado.

En la finca de La Mejorana, Maceo se entrevistó con Gómez y Martí, en lo que evidentemente fue una reunión desafortunada por los fuertes desacuerdos entre Martí y él, respecto a la constitución de gobierno civil, por la que Maceo no se pronunciaba a favor.

Esta proeza estratégica la hicieron Maceo y Gómez luchando contra fuerzas numéricamente muy superiores (en ocasiones les quintuplicaban).

Sus planes de reunión con Gómez y el gobierno en armas no llegaron a cumplirse.

Cuando intentaban cortar una cerca para continuar la marcha, fueron detectados por una fuerte columna española, que abrió un intenso fuego.

Perdió el conocimiento y falleció dos minutos más tarde en brazos del médico Máximo Zertucha.

Luego fueron enterrados en secreto en la finca de dos hermanos, quienes juraron guardar el secreto hasta que Cuba fuese libre e independiente y pudieran llevarse a cabo los honores fúnebres y militares correspondientes.

Es ya una tradición que las graduaciones de las academias militares cubanas se realicen junto al Cacahual.

Siendo masón, en su epistolario se puede leer más de una vez su credo basado en «Dios, la Razón y la Virtud».

Cuando se le intentó reclutar para la causa anexionista, respondió a un interlocutor: «Creo, joven, que esa sería la única forma en que mi espada estaría al lado de la de los españoles...» y previendo las ansias de expansión de los Estados Unidos (daba por sentado que Cuba alcanzaría la independencia), expresó su frase más conocida, en una carta a un patriota y amigo: Como el más destacado de los Maceo, Antonio simbolizó, como su madre Mariana, el más clásico y grande espíritu de fiereza guerrera con el que se le caracterizó y se le conoció a la guerrilla independentista cubana.

Hay dos figuras excepcionales en la historia cubana y latinoamericana que con sus palabras supieron expresar la grandeza de Maceo.

Máximo Gómez le dijo a María Cabrales, la leal compañera de Maceo: Las otras palabras provienen de José Martí:[7]​ Monumentos a Maceo están ubicados, entre otros, en Santiago de Cuba, tanto como en La Habana entre el Malecón habanero y al frente del Hospital Hermanos Ameijeiras en Centro Habana.

Cabe destacar que en Colombia un municipio lleva su apellido en honor a su lucha: Maceo (Antioquia).

Lugarteniente general Antonio Maceo en uniforme.
Tropas del Ejército Libertador durante la batalla de Ceja del Negro ( Pinar del Río , 1896).
Muerte de Maceo , óleo de Armando Menocal (1863-1942).
Monumento a Maceo en Santiago de Cuba
Hospital Hermanos Ameijeras, en La Habana; a la izquierda, el monumento a Antonio Maceo.
Antonio Maceo aparece en este original, prueba del artista, del certificado de plata de 20 pesos cubano de 1936.