Muchas letras, por otro lado, han cambiado a lo largo de los siglos, como las minúsculas, forma desarrollada en la Edad Media que los romanos no habrían reconocido.
El historiador Estrabón remonta la presencia griega en el sur de Italia a la guerra de Troya, pero, descartando explicaciones legendarias, sabemos que fue en los siglos VIII y VII a. C. cuando estos se establecieron masivamente en la zona empujados por la sobrepoblación, las guerras y el desarrollo del comercio, dando lugar a la Magna Grecia.
Los latinos, los pueblos itálicos que vivían asentados en Latium estaban fuertemente influidos y los monarcas etruscos reinaban sobre Roma.
Apenas algunas palabras se mantuvieron utilizando la letra K, como por ejemplo «kalendae» o «kalator».
Posteriormente, según el gramático Quintiliano deberá evitarse siempre excepto cuando representa la abreviatura de una palabra entera como Kaeso, Kalendas o Kaput:[5]
[6] La Y representaba a la vocal /y/ (como en francés cru (crudo) o alemán grün (verde)) en palabras griegas que antes habían contenido /u/.
Algunas palabras latinas de origen itálico también adoptaron la Y, por ejemplo silva ('bosque') se escribía a menudo sylva, por analogía con el cognado griego ὕλη.
La H probablemente tenía otro nombre en el latín hablado: basando en las lenguas romances actuales, este debe haber sido haca, a consecuencia de perder su sonido en épocas tardías del latín, pues era necesario distinguirla de la [a].
Las reglas de las mayúsculas han cambiado a lo largo del tiempo y no son las mismas para todos los idiomas.
La parte este del imperio romano, incluyendo Grecia, Asia Menor, Levante y Egipto, continuó usando la lengua griega como lingua franca, pero el latín era ampliamente hablado en la parte oeste del imperio y, del latín, se desarrollaron las lenguas romances occidentales incluyendo el español, francés, catalán, gallego, portugués e italiano, que continuaron usando y adaptando el alfabeto latino.
Con la expansión del cristianismo, el alfabeto latino se extendió a los pueblos del norte de Europa que hablaban lenguas germánicas, desplazando sus anteriores alfabetos rúnicos, como también a las lenguas bálticas, como el lituano y el letón, y muchas lenguas no indoeuropeas como las fino-ugrias, más notablemente el húngaro, el finés y el estonio.
Durante la Edad Media, el alfabeto latino se empezó a usar entre los hablantes de las lenguas eslavas occidentales, incluidos los ancestros de los polacos, checos, croatas, eslovenos y eslovacos modernos, a medida que adoptaban el catolicismo; los hablantes de las lenguas eslavas orientales, generalmente, adoptaron el cristianismo ortodoxo y el alfabeto cirílico.
Hasta 1492, el alfabeto latino estaba limitado a las lenguas habladas en Europa occidental, norte y central.
Los Eslavos Cristianos Ortodoxos del este y sur de Europa, mayormente, usaban el alfabeto cirílico y el alfabeto griego se seguía usando entre los hablantes griegos alrededor del Mediterráneo oriental.
A lo largo de los últimos 500 años, el alfabeto latino se ha expandido por todo el mundo.
Vietnam, bajo dominio francés, adoptó el alfabeto latino para escribir el idioma vietnamita, que había usado los caracteres chinos con anterioridad.
Entre ellos, el polaco, usa una variedad de diacríticos y dígrafos para representar valores fonéticos especiales, como también la l con barra (ł) para un sonido similar a la u en posición inicial de diptongo ([w] en AFI, similar a la w inglesa).
[8][9] El abecedario latino internacional moderno tiene como base al romano, añadiendo J, U, W y sus correspondientes formas minúsculas: Se pueden formar letras adicionales: De todos modos, estos glifos no son siempre considerados letras independientes en el alfabeto.
Los diacríticos son signos que se añaden a letras específicas para modificar su pronunciación.