A partir del siglo XVI los incipientes estados-nación europeos, el Imperio Británico, el Imperio francés, entre otros, se lanzaron a la conquista y colonización de nuevos territorios a través del océano, en busca de materias primas y mercados más amplios; estos son conocidos como Imperios de ultramar.[1] Durante buena parte del siglo XVI, Amberes fue el corazón económico de Europa y centro de las operaciones comerciales que relacionaban la plata americana que entraba a Europa por Sevilla y las especias asiáticas llegadas vía Lisboa circunnavegando África o vía Venecia a través de las rutas terrestres del Próximo Oriente.Felipe II de España fue el soberano más poderoso del mundo, pero también el que tuvo un mayor número de enemigos, entre los cuales, el Imperio Turco y Países Bajos, a los que, más tarde, se añadiría Inglaterra.Los ingleses, y más tarde los franceses, se incorporaron pronto a la guerra oceánica contra la monarquía hispánica.Desde mediados del siglo XVII, Países Bajos, Inglaterra Francia se disputaron la hegemonía mundial.Por su parte, Países Bajos perdió sus posiciones en el norte de Brasil y en Angola, que volvieron a estar bajo control portugués; sin embargo, mejoró sus posiciones asiáticas a costa de Portugal.En ese momento, Francia sólo conservaba el valle del río San Lorenzo y las islas de su estuario.En la India, el general británico Robert Clive de Plassey derrotó repetidamente a los franceses y sus aliados locales hasta ocupar su último reducto (Pondicherry) en 1761.Desde finales del siglo XVI, los neerlandeses habían empezado a intervenir en Indonesia en competencia con los comerciantes hispánicos y portugueses (en aquel momento, Portugal y España permanecían unidos bajo un mismo soberano que estaba en guerra con Países Bajos: la Guerra de los Ochenta Años, 1568 1648).Al igual que en el Caribe , la presencia holandesa en el sur de África se inició a mediados del siglo XVII.En principio trabajaban para la Compañía Holandesa de las Indias Orientales y no podían comerciar por su cuenta.Esta medida atentaba contra los intereses económicos de los bóeres, lo que provocó un gran conflicto.Finalmente, tuvieron que rendirse y aceptar la incorporación de sus estados libres al Imperio Británico.