Antes de la conversión forzada, a los musulmanes que vivían practicando de manera más o menos abierta su fe en los reinos cristianos, la historiografía los llama mudéjares, voz derivada del árabe mudajjan, es decir, «tributarios»; aunque en la época, esta denominación se refería sobre todo a los musulmanes del Reino de Castilla, ya que en Aragón se les llamaba simplemente moros y en Valencia y Cataluña, sarraïns ("sarracenos").En Castilla la expulsión se centró sobre todo en los granadinos dispersados por el reino, que estaban menos integrados y eran vinculados a la rebelión de las Alpujarras.El término se convirtió pronto en la referencia normalizada para referir a todos los ex musulmanes de España.[1] Moriscos, según el diccionario de Covarrubias, «son los convertidos de moros a la Fe Católica, y si ellos son católicos, gran merced les ha hecho Dios y a nosotros también».Este se dedicó a su cometido con gran entrega: aprendió el árabe, encargó la preparación del primer vocabulario árabe-español (véase Pedro de Alcalá) y predicaba con mansedumbre y bondad, tanto que los musulmanes le llamaban «el santo alfaquí».Posteriormente, a la vista de los resultados, los Reyes declararon que no eran esas sus instrucciones.La mayor parte de ellos, sin embargo, continuaron manteniendo su lengua, sus costumbres y su antigua religión.Indicio de ello son los textos aljamiados, escritos en romance pero con grafía árabe.He aquí cómo veía el historiador coetáneo, Luis del Mármol Carvajal, a los moriscos:Después de sofocar los levantamientos, en 1501, Tendilla pidió «pasar por cuchillo a todos los moros que habían participado en las revueltas», a lo que el rey Fernando le contestó: «Cuando vuestro caballo hace alguna desgracia no echáis mano de la espada para matarle, antes le dais una palmada en las ancas, y le echáis la capa sobre los ojos; pues mi voto y el de la Reina es que estos moros se bauticen, y si ellos no fueron católicos, lo serán sus hijos o sus nietos».Con el motivo del levantamiento de las Alpujarras, los católicos aprovecharon para afirmar que los musulmanes habían quebrantado el pacto alcanzado en 1491.Se les preguntaba qué nombre querían tener, y si alguno no entendía bien el castellano, cosa que pasaba sobre todo en el antiguo reino de Granada, o no se le ocurría ningún nombre, se le ponía Fernando si era hombre e Isabel si era mujer.A partir de esta conversión forzada, los mudéjares dejaron oficialmente de serlo, ya que estaban bautizados y se les llamaba moriscos, expresión que en esta época tenía un matiz claramente peyorativo.A pesar de que durante esta última rebelión España mantenía una relación muy tensa en el Mediterráneo con los turcos, tensión que acabó desembocando en la batalla de Lepanto (1571), una vez dominada la revuelta, los moriscos granadinos fueron deportados hacia La Mancha y Castilla la Vieja.[5] Otras fuentes estiman que a finales del siglo XVI la población morisca en los reinos peninsulares podía oscilar entre las 275 000 y 350 000 personas.Los moriscos se distribuían en cuatro grupos, distintos entre sí y con una amplia variedad interna.Al haber sido el último reino islámico de la península ibérica, en esta región se concentró hasta los años setenta del siglo XVI el mayor contingente morisco, mayoritario y muy escasamente aculturado: hablaban corrientemente el árabe, conocían bien el islam y conservaban la mayor parte de los rasgos culturales que les eran propios: vestido, música, gastronomía, celebraciones, etc.La burguesía se arruina, puesto que vio suspendido el pago de rentas por los préstamos hechos a los propietarios rurales (censales).Esta medida podría beneficiar a un número indeterminado de personas en Marruecos, Argelia, Túnez, Mauritania, Malí y Turquía, entre otros lugares.[9] Este hecho es consecuencia de algunas llamadas hechas por algunos historiadores y académicos españoles y marroquíes desde 1992 requiriendo para los moriscos un trato similar al dado a los descendientes de los sefardíes expulsados.
Texto morisco aljamiado
Paño decorativo de azulejería, perteneciente a la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de
Utebo
, realizada en 1545 por alfareros moriscos de Muel.