El bautismo pasaba a ser la única posibilidad, y se realizó masivamente, mediante ceremonias colectivas en que los sacerdotes asperjaban el agua sobre toda la población de un lugar mientras pronunciaba las palabras rituales.
[1] Entre 1515 y 1516 se impone el bautismo o la expulsión de los mudéjares navarros tras haber sido incorporado ese reino a Castilla en 1515 por Fernando el Católico.
Desde 1523 se discute si las conversiones de los mudéjares que se habían producido durante los disturbios habían de tomarse por genuinas o por inválidas al ser forzadas.
Avanzando el siglo XVI, tanto entre los moriscos granadinos como entre los valencianos fueron endureciéndose las condiciones de vida y la presión para que abandonaran sus costumbres tradicionales.
[5] Algunos nobles cristianos, como Sancho de Cardona, señor de moriscos en Bechí y del valle del Guadalest, son procesados por permitir prácticas religiosas islámicas (1528).