Hasta mediados del siglo XIX, Las Palmas de Gran Canaria no contaba con un lugar adecuado para llevar a cabo representaciones escénicas.
El primitivo Teatro Cairasco, que se levantara en la plaza del mismo nombre, fue encargado al arquitecto Santiago Bary, comenzando las obras en 1842 y finalizando en 1845.
Fue éste el primer teatro que se construía en la provincia de Las Palmas.
Sin embargo, los escasos recursos económicos disponibles dieron como resultado un recinto con bastantes deficiencias constructivas, un mal que se agravó cuando, años después, la sociedad del Gabinete Literario se vino a instalar en el mismo edificio.
En 1862 comenzaron las reuniones para recabar fondos entre los ciudadanos, mediante el llamado empréstito patriótico, y en 1867 se iniciaron las obras, que se prolongaron por espacio de más de dos décadas debido a problemas económicos.
Habría que esperar, unos años más tarde, a la puesta en escena de la obra Electra, de Benito Pérez Galdós, representada con notable éxito en 1902, para que el teatro recibiera el nombre del escritor grancanario, que por aquel entonces ya contaba con cierto renombre y parecía más coherente darle su nombre al teatro de su ciudad natal.
[1] Pero divergencias surgidas entre el equipo técnico, motivaron que, en 1923, el Ayuntamiento optase por designar como nuevo director de las obras al arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre, quien las concluyó entre 1925 y 1928.
La reconstrucción fue fiel al diseño del arquitecto Jareño, quien ideó un edificio de planta rectangular de 70 por 30 metros, construido en piedra y ladrillo, que respetaba los límites impuestos por el solar que había dejado el anterior edificio, del que solo se pudieron aprovechar sus cimientos y parte de la fachada norte.
Tras la rehabilitación integral, y dado que en la ciudad ya existen otros espacios escénicos que, como el Auditorio Alfredo Kraus, pueden acoger a gran parte de las actividades que se venían desarrollando hasta ahora en el recinto, en su nueva etapa se desea orientar el uso del teatro al estreno de producciones operísticas.
Existe en el teatro una sala dedicada al compositor galo Camille Saint-Saëns, quien llegó de incógnito a Gran Canaria en 1889 declarándose representante de vinos y acabó integrándose completamente en la vida social, llegando a convertirse en uno de los contertulios numerarios del Casino, principalmente en asuntos que tenían que ver con la música.
Se llegó a dar la circunstancia de que en una publicación francesa apareció una fotografía suya dándolo por desaparecido, siendo reconocido por sus amistades en la ciudad.
Aquí, el vestíbulo duplica su superficie respecto a la planta baja y se convierte en la parte más noble del teatro puesto que sirve de paso al palco de honor y a los anfiteatros.
Acorde a tal propósito, el piso del salón es de mármol en colores distintos y con trazado geométrico.
Anexos al salón, hay dos pequeños saloncitos situados en los extremos del Saint-Saëns.
Junto a estos motores se encuentran diez arrolladores que mueven un enorme entramado de cables de acero que aportan al conjunto versatilidad y una gran funcionalidad.
Los movimientos automatizados del peine son vigilados mediante sensores controlados por un sistema informático.
En cuanto a la iluminación escénica, se cuenta con una dotación suficientemente dimensionada y estructurada para satisfacer los requerimientos de cada producción.
Este suceso provocó que la ciudadanía reaccionase y ejerciera presión para que se tomase en consideración el asunto y las obras de reforma dieran comienzo cuanto antes.
En 1999, se convocó el concurso para la rehabilitación y ampliación del Teatro Pérez Galdós.
El plan de rehabilitación del teatro abarcó dos partes bien diferentes.
La restauración del telón, los vitrales y el Salón Saint-Säens( decoraciones en yeso, maderas, papeles pintados, lámparas, vitrales, lienzos de Néstor,...) se llevó a cabo con fondos aportados por el Ministerio de Cultura, Educación y Deportes, mediante la participación en el proyecto del Instituto del Patrimonio Histórico Español.
La otra parte del proyecto se concretó en la demolición de la caja escénica, dependencias del escenario y camerinos y a la nueva construcción de los mismos, con unas dimensiones y organización adecuadas al uso como teatro de ópera que se espera del Pérez Galdós.
En los saloncitos laterales del Saint-Saëns se restauró el papel pintado que había perdido parte de su decoración con motivos florales.
Para la adaptación del edificio al uso por personas con movilidad reducida fue necesario suprimir las barreras arquitectónicas existentes.
Para ello se construyeron dos rampas de acceso para sillas de ruedas que, al estar protegida la fachada, tuvieron que ser instaladas en los laterales del edificio.
Un lector de traducción colectivo, ubicado sobre la boca del escenario, completará estas prestaciones para general y paraíso.
Sin embargo, lo complicado del subsuelo, plagado de canalizaciones de servicios y los propios colectores que venían a confluir a la estación de bombeo, suponía realizar un fuerte desembolso económico y más obras para desviar todos estos servicios y dejar el espacio libre para construir.
Las calles que venían a confluir al espacio del teatro fueron renovadas y adaptadas a las nuevas normas de accesibilidad que se habían tenido en cuenta en la obra nueva.