[2] Los premios Travellers Choice Playas 2013 situaron a Las Canteras en el puesto número 10 en España, tras un estudio que reconocía la calidad de 276 playas ubicadas en África, Asia, el Caribe, Centroamérica, Europa, Oriente Medio y EE.
[3] El nombre de la playa siempre ha estado vinculado a La Barra, una roca sedimentaria de arenisca y deposiciones calcáreas que discurre en paralelo a la orilla, proporcionándole abrigo frente al oleaje del norte y confiriéndole una personalidad propia.
Hasta mediados del siglo XIX el campo dunar se conservaba prácticamente intacto, tal y como se reflejaba en planos de la época, pero la expansión de la ciudad fue provocando su deterioro progresivo hasta desaparecer en su práctica totalidad.
El primitivo tómbolo formaba una playa cuyas orillas llegaban hasta donde actualmente se emplaza La Barra.
Con el paso de los años, el batir del oleaje y los vientos dominantes, fueron modelando La Barra y las peñas que sobresalen del mar, otorgándoles la peculiar forma con la que han llegado hasta nuestros días.
Del agua emergen, en la bajamar, restos rocosos que probablemente correspondan al sustrato donde se asienta la arena de la playa y el istmo en sí.
Las primeras referencias concretas a las playa se remontan al siglo XV, si bien antes, en torno a los años 1410 y 1460, ya se publicaban planos en los que La Isleta aparecía separada de la isla como si el istmo estuviese rebasado por agua la mayor parte del tiempo.
En torno a 1910 ya se habían levantado las primeras edificaciones y entonces la playa era frecuentada por unas doscientas personas en sus mejores días, pero la mayoría de ellos eran paseantes.
Salvo un reducido caserío en la zona de La Puntilla donde estos artesanos vivían y trabajaban, el resto seguía siendo un paraje deshabitado.
[11] Por las primeras décadas del siglo XX, entre 1920 y 1930, Las Palmas de Gran Canaria se convirtió en estación invernal, visitada anualmente por unos 3000 turistas.
Estos turistas, ingleses en su mayoría, se alojaban en los catorce hoteles que por entonces tenía la ciudad, de los cuales nueve estaban situados en la zona del Puerto dado el gran atractivo que por entonces ya había logrado la playa de Las Canteras.
[14] Las élites burguesas y aristocráticas del siglo XIX habían iniciado la moda del baño de mar que, a partir de la I guerra Mundial, comenzaron a serlo entre la burguesía media.
La hostelería era controlada en su mayor parte por los británicos y el viajero era una mercancía secundaria, complementaria al tráfico marítimo.
Así surgió, en 1964, el Hotel Caracolas, aunque años antes ya había abierto sus puertas el Hotel Gran Canaria,[18] levantado en una zona de la playa opuesta a La Puntilla, que era la que en aquellos momentos estaba aglutinando la oferta alojativa de Las Canteras.
Y desde entonces la playa de Las Canteras volvió a levantar su semblante que no ha dejado de brillar hasta nuestros días, ofreciendo cada vez más servicios, comodidades y prestaciones que hacen disfrutar al visitante.
[26] Este certificado de calidad en la gestión ambiental, garantiza y establece las directrices para que todos los servicios y trabajos que se realicen en la playa se lleven a cabo con el más absoluto respeto al entorno natural.
Los aportes, que se incrementan mes tras mes, han ido mermando la flora y, como consecuencia, la fauna de la playa; por lo que en numerosas ocasiones se ha solicitado el dragado controlado de los fondos marinos.
[14] La razón de esta abundancia es debido a las características del particular ecosistema existente entre la playa y La Barra.
Así en aguas de la playa pueden encontrarse diferentes especies de pelágicos (sargos, palometas, viejas, pejeverdes salemas, fulas blancas, fulas negras, cabosos, etc) y viviendo entre sus rocas individuos bentónicos como lapas (del género Patella) o tapaculos (Bothus podas).
En los charcos que se forman en la bajamar podemos encontrar viviendo entre sus piedras a cangrejos, ofiuras y ermitaños.
Aunque Las Canteras no destaca por ser lugar de nidificación, sí pueden encontrarse en ellas numerosas aves que aprovechan para posarse sobre la arena y en las peñas a primeras horas del amanecer, o en La Barra, cuando esta sobresale durante la bajamar, o en horas nocturnas cuando la presión humana es menor.
Más hacia el norte, en la zona de la playa conocida como La Cícer, se levantan las olas más grandes de la playa, al no tener barra que la proteja, por lo que es utilizada para la inicialización en la práctica del surf.
Finalmente, en El Confital se crea un tubo que es utilizado por los más experimentados por su rapidez y fuertes contrastes.
[14] La Cícer, antiguamente conocido por su topónimo original Punta Brava, fue el primer lugar que acogió a los pioneros del surf, cuando su práctica se introdujo en Gran Canaria de la mano de extranjeros y peninsulares en el año 1970.
El buceo con gafas y tubo, o con equipo ligero, está al alcance de todas aquellas personas que sepan nadar.
En Las Canteras es habitual realizar esta actividad en compañía de amigos o en familia y es practicada tanto por mayores como los más pequeños que, desde chicos, ya margullan en la orilla.
También facilitan el alquiler del equipo autónomo de buceo necesario para los más experimentados.
En las múltiples terrazas y restaurantes de su paseo se pueden degustar las delicias del lugar: chocos, vieja a la espalda, o sancocho canario; todos ellos platos elaborados con productos frescos del mar que salen a buscar los pescadores que aún quedan en la zona de La Puntilla y La Isleta.
Las barquillas que se varan diariamente en La Puntilla resisten el paso del tiempo en plena era tecnológica.
Entonces había pesca abundante pero el dinero que se pagaba por las capturas era poco y las condiciones de trabajo exigían un gran sacrificio.