[9] Aunque se suele situar el inicio del Renacimiento en el siglo XV numerosos historiadores lo retrotraen al siglo XIV o aún al xiii, a la obra de algunos artistas considerados precursores, como Cimabue y Giotto en pintura o Nicola Pisano en escultura.
Este Primer Renacimiento tuvo gran difusión en la Europa Oriental: la fortaleza moscovita del Kremlin, por ejemplo, fue obra de artistas italianos.
Asimismo, atribuyó un carácter estético especial a los objetos que siguen la razón áurea, así como les otorgó una importancia mística.
Así, el papa Pío II reordenó su ciudad natal, Pienza, convirtiéndola en un auténtico muestrario del nuevo urbanismo renacentista.
Otros autores del Quattrocento italiano son Andrea del Castagno, Antonio Pollaiuolo, Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cima da Conegliano, Luca Signorelli, Cosimo Tura, Vincenzo Foppa, Alessio Baldovinetti, Vittore Carpaccio y, en el sur de la península, Antonello da Messina.
[40] El Cinquecento (siglo XVI) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y denominada por ello a veces como «clasicismo».
Fue el ejemplo más acabado de artista multidisciplinar, intelectual y obsesionado con la perfección, que le llevó a dejar muchas obras inconclusas o en proyecto.
Poco prolífico en su faceta pictórica, aportó sin embargo muchas innovaciones que condujeron a la historia de la pintura hacia nuevos rumbos.
En su obra cobra mucha importancia el desnudo, aun cuando la casi totalidad de la misma fue hecha para decorar iglesias.
Sus madonnas recogen las novedades de Leonardo en lo que se refiere a composición y claroscuro, añadiendo una característica dulzura.
No llegaron a España plenamente, pues, los ecos del Quattrocento italiano —solo por obra de la familia Borja aparecen artistas y obras de esa época en el área levantina—, lo que determina que el arte renacentista español pase casi abruptamente del gótico al manierismo.
Lo escurialense traspasó el umbral cronológico del siglo XVI llegando con gran vigencia a la época barroca.
No obstante, pronto surgieron artistas locales que asimilaron las novedades italianas, adaptándolas al gusto hispano, como Bartolomé Ordóñez y Damián Forment.
[55] La pintura renacentista española está determinada igualmente por el pulso que mantiene la herencia del gótico con los nuevos modos venidos de Italia.
De ahí que las formas góticas continuaran presentes durante un tiempo, a pesar del nuevo estilo impuesto por la corte.
No obstante, conocemos los nombres de algunos pintores, figurando Jean Cousin el Viejo o Antoine Caron entre los más destacados.
Así, a mediados del siglo XVI se amplió el castillo de Heidelberg, siguiendo las directrices clásicas.
Sin embargo, la mayoría de los príncipes alemanes prefirieron conservar las obras góticas, limitándose a decorarlas con ornamentación renacentista.
[68] A la par que se desarrollaba en Italia el Cinquecento la escuela flamenca de pintura alcanzó un desarrollo notable, como heredera y continuadora de la tradición tardogótica anterior representada por Jan van Eyck, Rogier van der Weyden y otros grandes maestros.
Se recoge ese interés en obras de carácter menos idealizado que las italianas, con una marcada tendencia por el detallismo casi microscópico que aplican a las representaciones —influjo de los maestros tardogóticos ya mencionados y la miniatura—, y tendencia hacia lo decorativo, sin demasiado interés por disquisiciones teóricas.
A principios del siglo XVII nacieron las primeras escuelas locales, como la quiteña, la cuzqueña y la chilota, destacando la labor patrocinadora de la orden jesuita.
En Francia, el grabado fue practicado por la escuela de Fontainebleau, en la que destacó Jean Duvet, famoso por su serie del Apocalipsis (1561).
La nueva literatura se inspiró como el arte en la tradición clásica grecolatina, aunque también recibió una gran influencia de la filosofía neoplatónica desarrollada contemporáneamente en Italia.
A pesar de la intervención eclesiástica, haciendo mención sobre aquellos que corrigen o trabajan con textos no religiosos, cometen herejía y pecado.
Aporte que se le puede asociar, según Quirós, (1994) a los bizantinos, quienes trajeron consigo un importante número de manuscritos griegos al territorito Italiano.
La primera ópera fue Dafne (1594), de Jacopo Peri, a la que siguió Euridice (1600), del mismo autor; en 1602 Giulio Caccini escribió otra Euridice; y, en 1607, Claudio Monteverdi compuso La favola d'Orfeo, donde añadió una introducción musical que denominó sinfonía, y dividió las estructuras cantadas en arias.
Por otro lado, la Reforma protestante contó con figuras como Martín Lutero, Zwinglio, Philipp Melanchthon, Sebastian Franck y Jakob Böhme.
[116][117] Este sistema fue posteriormente desarrollado por Johannes Kepler, quien describió el movimiento de los planetas conforme a órbitas elípticas.
[133] Por último, conviene citar la figura polifacética de Leonardo da Vinci, ejemplo del hombre renacentista interesado en todas las materias tanto artísticas como científicas (homo universalis).
Desde el siglo XVI los peinados, especialmente los femeninos, fueron ganando en complejidad, con sofisticadas estructuras de rizos, encajes, cintas y muselinas.