El esfuerzo español y criollo por contener el avance calchaquí dio buenos resultados, volviendo a una situación pacífica hacia 1690.
Los indios, mocovíes o abipones, quedaron dueños del lugar, y llegaron a establecerse con sus familias, en bien pobladas tolderías.
Los movimientos revolucionarios que se estaban gestando en el Virreinato cambiarían una vez más el curso de los acontecimientos en esta tierra.
Los soldados que la custodiaban desde su flanco norte, y todo hombre en condiciones de alistarse, acudieron al llamado patriota, dejando sus puestos descubiertos en los fuertes o en las estancias.
Los guaykurúes aprovecharon la ocasión: penetraron las debilitadas defensas, y arrasaron nuevamente todo lo que en pocos años habían logrado sus enemigos blancos.
En los años siguientes la línea de fuertes se fue trasladando gradualmente hacia el norte, y volvieron a abandonarse los establecidos en esta zona ya pacificada.
Quedaban aun algunos indios montaraces, algunos soldados desertores y otros elementos marginales que atemorizaban a los escasos pobladores del Cululú.
Los terrenos, hasta entonces apenas divididos, se fueron adjudicando y fragmentando en extensas áreas dando forma a los futuros distritos.
El objetivo perseguido, según expresa Candioti, era dar espacio y alimento a su ganado, pues sus tierras resultaban insuficientes para sus rebaños cada vez más numerosos.
Candioti no sólo habría conocido esas tierras por ser aledañas a las otras suyas, sino que las habría atravesado varias veces en camino al Alto Perú (Bolivia), aquel que acortaba distancias yendo directamente hacia Santiago del Estero, sin pasar por la ciudad de Córdoba.
El documento concluye sin información al respecto, y será la fuente de numerosos reclamos varias décadas después.
Predominaron las compras de manzanas enteras o en mitades, en un proceso que comenzó en 1882, tomó fuerza en 1884, y culminó hacia 1890.
A diferencia de la zona rural, varias manzanas, ya apropiadas, no fueron ocupadas con viviendas sino hasta muchos años después.
La suma total de seis mil fue pagada en efectivo (situación atípica, pocas veces repetida posteriormente, en tanto la modalidad dominante fue la adquisición a plazos).
Algunos testimonios indican que por entonces se había abierto la primera escuela primaria, a cargo del maestro Emilio Hunzicker.
Hacia 1888 ya funcionaba otra escuela primaria particular, la “Castellana”, y al año siguiente se constituyó la Sociedad Escolar Alemana, presidida por Ernesto Lang, que administraría a partir de la década siguiente la Escuela Particular Alemana, de enseñanza primaria.
En 1917 se fundó el Foot Ball Club, canalizando las aspiraciones deportivas de los progresinos hacia el fútbol que comenzaba a hacer furor.
Dado que estos llamados impulsaron un movimiento continuo de pobladores, mantenido durante algunos años, bien pueden denominarse corrientes.
– la corriente exploratoria, que comprende la llegada espontánea a la zona del Cululú de los primeros pobladores criollos.
Más allá del origen familiar de los pobladores que llegaron a Progreso en la primera década, está su propia nacionalidad.
Unos treinta años después llegarían para establecerse otros extranjeros con otras nacionalidades: Rusos, Ucranianos, Sirios, Libaneses, Bolivianos, y en las dos décadas siguientes Polacos, Croatas, Búlgaros, Checoslovacos, quizás Rumanos.
Las familias restantes basaban su actividad en servicios, ya sean administrativos y comunitarios, de transporte, o personales.
Un grupo menor quedó formado por familias criollas, dedicadas originalmente a la prestación de servicios no calificados.
Sin embargo siguieron llegando otras familias, al principio de los mismos orígenes y actividades, luego diversificándolos.
La Iglesia se financia con la cuota mensual que abonan sus socios, con el óbolo por servicios religiosos, así como con eventuales regalos y donaciones.
Más importante todavía, siguen manteniendo viva la fe y la tradición que sus antepasados llevaron a Progreso desde el mismo momento de su fundación.
Trascendiendo lo deportivo, se organizó además alrededor de conceptos clave para la época: la amistad, el honor y la moral.
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Con la acción transformadora producida por el desmonte, para posibilitar la agricultura, el pastoreo y la reforestación con especies no nativas, su paisaje se ve hoy más pampeano, con predominio de praderas.
Las zonas no aptas para la agricultura, destinadas a la ganadería, consiguieron preservar mejor el paisaje, ya que respetan cierta cobertura arbórea (por la sombra), y preserva algunas hierbas nativas (permitiendo finalmente revertir la acción humana y volver a su estado original, en caso de transformar esos parches en una reserva natural).