Las gramíneas suelen tener raíces fasciculadas, densas, no muy profundas, que renuevan constantemente, proporcionando con ello al suelo un importante aporte de materia orgánica y estableciendo en él innumerables conductos que mejoran su estructura y, por tanto, aumentan la permeabilidad, capacidad de retención de agua, aireación, etc.; en general, las gramíneas absorben con dificultad el calcio del suelo y muy bien el potasio; las más valiosas, en los pastos de regiones templadas y regiones húmedas, pertenecen a los géneros Lolium, Dactylis, Phleum, Phalaris, Festuca, Agrostis, Poa y Cynosurus.Las leguminosas, por el contrario, suelen tener la raíz principal bien desarrollada y más profunda, por lo que muchas de ellas pueden soportar climas más áridos, permaneciendo verdes y productivas en los periodos secos; en los nódulos que se forman en sus raíces se fija el nitrógeno del aire, que asimilan y aportan al suelo en cantidades que llegan a varios centenares de kg/ha; en general, requieren más luz que las gramíneas y, a diferencia de éstas, absorben bien el calcio del suelo y peor el potasio; entre las más valiosas se encuentran muchas especies de los géneros Trifolium, Medicago, Vicia y Onobrychis.Para la valoración de los pastos es conveniente emplear técnicas universales utilizables en cualquier época del año.Puede ser práctico en ciertos casos expresar la producción del prado en productos ganaderos, por ejemplo, litros de leche por hectárea y año.Una misma especie puede presentar variedades cuyo crecimiento está adaptado a unos óptimos locales (ecotipos), de gran interés en p.; pero, en general, especies afines presentan tendencias a unos óptimos semejantes.El máximo crecimiento suele tener lugar poco antes de la floración, que es el momento en que la planta alcanza una mayor superficie foliar con relación al área que ocupa (índice de área foliar o IAF); la humedad del suelo ayuda a movilizar las reservas acumuladas principalmente en la base de la planta, prestas a producir renuevos para continuar el crecimiento después del corte.Las pratenses se siembran generalmente a muy poca profundidad, sobre todo si el suelo es húmedo y pesado.En pastizales viejos o mal cuidados podrá ser necesario un desbroce previo; en muchos casos será suficiente un pastoreo bien dirigido, con ganado vacuno o equino preferentemente, pues el ovino es más selectivo.Los suelos que no reúnan las condicionesfísico-químicas necesarias para mantener un buen prado pueden corregirse en muchas casos con enmiendas; el aporte de materia orgánica es necesario en las tierras arcillosas o en las muy ligeras; cuando el suelo es ácido podrá bastar un avenamiento, pero suele ser además necesario el encalado, preferentemente con piedra caliza finamente molida, aplicado en varias dosis desde las primeras labores; la cal o la magnesia producen efectos más rápidos pero fugaces.La hierba segada puede administrarse fresca al ganado estabulado o ser sometida a procesos de conservación; en este caso, se dejan sobre el prado las hileras de hierba formadas y se voltean con la frecuencia necesaria para que se sequen por igual al aire y al sol; en una semana, o menos, habrá perdido más de la mitad de su contenido en agua y podrá almacenarse sobre el mismo campo o bien en heniles cubiertos; el heno ya formado contiene cerca del 15% de agua, tiene color verde y olor agradable.La desecación artificial puede ser necesaria en países muy húmedos; se efectúa en torres con corriente forzada de aire.Cada vez se presta más atención al ensilado, conservación de forrajes mediante fermentación láctica, previamente desecados y comprimidos para eliminar el aire.