La raíz es el primer órgano embrionario que se desarrolla durante la germinación de la semilla.
Esta, al desarrollarse, llega a constituir la raíz primaria, con su tejido de protección en la punta denominado cofia o caliptra.
Las características que la diferencian del tallo son la ausencia de clorofila, yemas, nudos, entre otros, pero hay excepciones, como las raíces adventicias del maíz, que sí llegan a formar pequeñas cantidades de clorofila, y raíces que poseen yemas adventicias, como las del camote, el manzano y algunos rosales.
Los pelos radiculares son muy delicados y generalmente tienen una vida corta de algunos días.
Cuando la raíz crece produce nuevos pelos radiculares para reemplazar a los que van muriendo.
El proceso que las plantas utilizan para absorber agua del suelo se llama ósmosis.
Bajo la epidermis encontramos al córtex que comprende a la mayor parte de la raíz.
Los espacios intercelulares en el córtex permiten el aireamiento de las células, lo cual es muy importante para la respiración.
El cilindro vascular o estela (llamado stele en inglés) comprende todo lo que se encuentra dentro de la endodermis.
La parte externa es llamada también periciclo y rodea al auténtico cilindro vascular.
Por ejemplo, las raíces de almacenamiento del boniato tienen crecimiento secundario pero no son leñosas.
A medida que se acumula el xilema secundario, aumenta la «circunferencia» (dimensiones laterales) del tallo y la raíz.
[7] En las raíces, el cambium corchoso se origina en el periciclo, un componente del cilindro vascular.
Con el tiempo, las raíces pueden agrietar los cimientos, romper las tuberías de agua y levantar las aceras.
Las raíces rehuirán o se encogerán cuando estén secas[14] u otras malas condiciones del suelo.