También podía tratarse de una metátesis de "Poqueyra", «la boquera», «la entrada», haciendo referencia a la entrada del barranco hacia el llano; no se debe olvidar que Polícar, topográficamente, se sitúa en una altiplanicie o llano entre barrancos.
El término municipal está atravesado por la carretera GR-4105, que conecta la localidad de Lugros con Purullena, próxima a la A-92.
La vegetación natural casi ha desaparecido y el perfil del relieve se ha suavizado.
En esta zona se cultiva mayoritariamente viñas, almendros, cereal, pasto para el ganado y algunas hortalizas.
Otras especies representativas son el tomillo, el romero, lavanda, el cantueso, el esparto, la retama, el pierno fino, bolines, etc. Se encuentra también varios reductos del bosque mediterráneo de alta montaña, así como vegetación de rivera, en la zona del río Alhama y en las numerosas balsas y acequias que recorren todo el municipio.
Al caer la tarde, la capilla con la imagen se lleva a la casa vecina, diciendo el saludo formal.
Otra costumbre que se sigue haciendo en la actualidad son las Flores a la Virgen.
Durante todo el mes de mayo (mes dedicado por la Iglesia católica a la Virgen María) las mujeres se reúnen todas las tardes en la iglesia para rezar las flores a la Virgen.
La noche del Sábado de Gloria, todo el pueblo se reúne con cencerros en la iglesia y cuando el cura dice “Gloria”, todos los cencerros suenan estrepitosamente y se echan las campanas al vuelo para celebrar la Resurrección de Cristo.
Cuentan los vecinos más mayores, que siempre se ha celebrado esta fiesta desde tiempos inmemoriales.
A la mañana siguiente, los jóvenes destrozaban y quemaban a estos "judas" por toda la plaza, antes de la procesión del Resucitado que se realiza al amanecer, para recordar el triunfo del bien sobre el mal con la resurrección.
Había una persona que se cuidaba de llevarlos todo el año al campo a comer y le llamaban el porquero y cada vecino se llevaba el suyo cuando llegaba la hora de la matanza.
El día del entierro, llevaban a hombros al difunto en una especie de procesión en la que cada uno portaba un cirio.
El sacerdote echaba los responsos y seguía la procesión hasta la plaza del pueblo, donde paraban nuevamente siguiendo el mismo ritual.
El párroco echaba el último responso y acababa la procesión con los cirios, que era conocida como “La Carrera de los Muertos”.
Desde ese lugar la comitiva fúnebre llegaba al cementerio, donde finalmente se daba sepultura.
Actualmente “El Poyo de los Muertos” ha desaparecido y esta zona se la conoce como “La Carrera”.
Hoy día solo quedan en la iglesia los grandes cirios que portaban los hermanos y los bancos, como testigos de esta hermandad.
Los hermanos lo conducían con varas a cada lado para que no se saliera del camino.
Aquel que conseguía darle al gallo, se lo quedaba para compartirlo en una comida con sus amigos o familia.
Por la noche se hacía el baile de las Ánimas en una casa a la luz del candil, los hermanos traían guitarras y un acordeón, y las muchachas entraban gratis, pero los muchachos tenían que pagar por asistir al baile.
El día de Año Nuevo se celebraba una misa y al finalizar esta, en la plaza de la iglesia se extendía una manta y algunos hermanos les quitaban a los vecinos prendas, que depositaban en ella.
Con todo esto obtenían el dinero necesario para llevar a cabo sus obras sociales.
La Navidad acababa con el Día de Reyes, cuando los padres obsequiaban a sus hijos con naranjas o dulces.
Al finalizar el acto religioso, estos mozos daban un refresco para todo el pueblo.
Por la noche se realiza la procesión nocturna, en la cual es tradición que cada vecino tire cohetes al pasar San Antonio por la puerta de su casa.
Es organizada por varios vecinos voluntarios del pueblo, que se encargan de pedir dinero a los vecinos mediante rifas y sorteos, ya que esta fiesta es pagada por todos los policareños.
En la fiesta grande del Señor, Polícar tiene la tradición de hacer altares en las calles por donde pasa la procesión.
Por la mañana se empiezan a tirar cohetes anunciando que el día es de fiesta.