En el caso de Brasil los quilombos contemporáneos se cuentan por miles y sus habitantes, los quilombolas, son reconocidos constitucionalmente desde los años 80.
Quilombo proviene del kimbundu, una de las lenguas bantúes más habladas en Angola.
Fueron traídos para reemplazar la mano de obra autóctona remunerada (en gran medida indígena), la cual iba disminuyendo considerablemente en los virreinatos hispánicos debido a las enfermedades no autóctonas llegadas desde otros continentes.
Desde ese momento y hasta comienzos del siglo XIX, unas 60 millones de personas fueron capturadas en sus tierras en la mayoría de casos por otros grupos africanos más belicosos, siendo luego vendidos principalmente a esclavistas portugueses quienes los revendían en territorios españoles.
Los precios variaban de acuerdo con el sexo, fortaleza, salud y edad.
Los varones efectuaban el trabajo más pesado tanto en las zonas urbanas como en las haciendas, por ejemplo, limpieza de excusados, galpones, porquerizas, caballerizas, etc.
Los amos retribuían este servicio gratuito con la vivienda y la alimentación que les proporcionaban.
Es por esta misma razón que gozaban relativas ventajas, se les otorgaba derecho a tiempo libre y celebraciones y se les permitía la compra de su libertad ya sea por medio de trabajo independiente o conchabaje en el ejército.
Tenía una población de más o menos 15 000 esclavos rebeldes y se mantuvo durante casi todo el siglo XVII.
Las tropas reales portuguesas usaron 6000 soldados y les costó dos años rendirla.
Se han contabilizado unas quince mil comunidades quilombolas dispersas en 16 estados del territorio brasileño.
Algunos de estos africanos escapaban y fundaron pueblos propios o palenques en las ciénagas cercanas al Canal del Dique.
Los negros sublevados no se escondían de las tropas españolas, pocas y mal armadas, sino que atacaban las caravanas que atravesaban el istmo e interferían con todo el tráfico comercial.
Existen otros antiguos palenques en la Costa Abajo de Colón, al oeste del canal.
Otra población fue el pueblo llamado Palenque (a unos kilómetros de la actual aldea del mismo nombre), que era una comunidad cimarrona típica: tenía un centenar de negros prófugos, que vivían en chozas dispersadas por el bosque tropical.
Sin embargo, la existencia de procesos regulares de modificación morfosintáctica y fonológica, así como un léxico nuclear que no pertenece al español mundial, indican que una gran parte del lenguaje Congo es en efecto un código lingüístico coherente.
Fueron hechas por esclavos que, en busca de su libertad, habían preferido huir y rebelarse contra la administración española.
Las poblaciones más retiradas del dominio criollo o español se conocen como Cumbe en Río Chico (que tiene más de doscientos años de fundado), y Birongo en Barlovento.
En caso de que dichas fugas sucediesen, el negro fugitivo, al igual que el matrero y el gaucho, solía refugiarse en tolderías de indígenas en donde era acogido y ocasionalmente propiciaría malones o simplemente vagaría la campaña pasando a ser un integrante más del gauchaje.
Sus jefes se hacían llamar coroneles o capitanes, por cuanto estos no procedían directamente del África.
Tenían cierta independencia, aunque mantenían relaciones económicas más o menos normales con las ciudades y haciendas vecinas.