Aunque eran destinados a trabajar en las haciendas azucareras, también fueron usados para otros deberes en el área de Orizaba.
Los españoles pronto se darían cuenta de que estos tenían una resistencia natural al clima tropical, los cuales podían desempeñarse mejor que los de población indígena, quienes por la guerra y enfermedades traídas por los europeos iban extinguiéndose.
Estos construían sus palenques para vivir, también llamados mocambos y quilombos en sus respectivas lenguas.
Esta actividad siguió por casi trescientos años hasta la declaración de libertad promulgada en 1810.
La cacería de afrodescendientes ya llevaba tiempo y con cualquier mínimo pretexto podían ser ejecutados.
Los cimarrones de Nyanga no solo saquearon las haciendas y fincas a su alcance para poder sobrevivir, también asaltaron lo que durante el virreinato fue la ruta México-Veracruz, un camino que conectaba al principal puerto del Golfo con la capital de la Nueva España.
Esto llevó al virrey a enviar milicias para someter al belicoso grupo, sin embargo, los fugitivos lograron defenderse en más de una ocasión, ya que los lugares donde se refugiaban eran de difícil acceso, lo que les permitía protegerse ágilmente.
Esa rebelión no resultó como otras, pues las pérdidas ocasionadas fueron muy elevadas y los asaltos al camino real desestabilizaron la economía virreinal.
Tres años después llegarían los rumores de que muchos negros habían sido vencidos, quienes fueron descuartizados y clavados sus cuerpos en picas por los caminos principales, para que sirviera de escarmiento a los sublevados.
[5] En el siglo XVI la Corona española mandó un grupo conformado por indios, criollos y mestizos, así como algunos negros para "pacificar" la zona de 'revoltosos' en 1609 y poner fin a las acciones de los esclavos fugitivos.
[5] Las tropas "pacificadoras" ganarían algunas batallas las cuales harían esconderse a los cimarrones aún más en la jungla, pero esto no siempre fue así, las victorias de los 'rebeldes' serían más que sus derrotas, para esto pasarían muchos años antes de que la corona aceptara por fin que los cimarrones no estaban dispuestos a volver a la esclavitud, y así se vería finalmente obligada aceptar sus reclamos.
[5] Los españoles rechazaron los términos, y se desató una batalla con grandes pérdidas para ambos bandos.
[5] En 1618 la Corona española aceptó los convenios, y los exesclavos se establecieron primeramente en un lomerío llamado Las Palmillas, al ir creciendo la comunidad exigieron un terreno más grande, que sería concedido años más tarde, en 1630 establecieron el primer pueblo libre del continente americano, llamado "El pueblo Libre de San Lorenzo de los Negros", en las cercanías de Córdoba, Veracruz, tiempo después se le cambiaría el nombre de Yanga en honor al libertario.
Hasta este entonces los negros fugados pudieron poblar la zona baja del monte de Totutla, aproximadamente a dos leguas de Córdoba y a "dos tiros de arcabuz" del camino real, no obstante, en tales tierras no se podía sembrar y tampoco había pasto para criar animales, por lo cual en 1654 los alcaldes y regidores solicitaron un permiso para mover el poblado.
Es decir, no fue sencillo para aquellos negros disfrutar de la libertad por la que lucharon.
[9] Como en muchas otras partes de México y América, en Veracruz el cimarronaje fue un proceso antihegemónico constante entre africanos esclavizados, dirigido contra las autoridades españolas con el objetivo de conseguir su libertad mediante la fuga.
Algunas veces, dicho cimarronaje fue individual pero otras tantas colectivo, y en ocasiones dio lugar a asentamientos conformados por negros fugitivos, llamados "palenques" para el caso de la Nueva España, que lograron sobrevivir a la par de la sociedad virreinal, hasta que el sistema los exterminó o dominó por completo.
De su investigación surgió la historia que hizo pública en una antología en 1870, y como folleto separado en 1873.
Pero tal acuerdo no se concretó debido a que Benkos fue traicionado y después ahorcado, sin embargo el proceso no se detuvo, pues fue continuado por Domingo Criollo, quién finalmente obtuvo el reconocimiento de su libertad y el derecho de vivir dentro del un territorio delimitado y autónomo.
Dentro del contexto virreinal el palenque implicaba vivir en clandestinidad, al no reconocer la autoridad y no respetar las leyes establecidas, por lo que también fue un claro referente de rebeldía y "depravación".
Los virreinatos fueron sociedades construidas sobre la base de una diferenciación étnica con privilegios diferenciados que dio como resultado un entorno histórico marcado por la negociación, en el cual cada grupo social tuvo que ceder —cuando menos de forma parcial— en sus pretensiones colectivas para obtener o mantener sus conquistas sociales.
Por ello, cuando hablamos del primer pueblo libre de América, debemos pensar más bien en el primero que vivió con autonomía y bajo el reconocimiento oficial del sistema virreinal, lo que no necesariamente implica una libertad en términos políticos o de organización social.