La obra del compositor francés Gabriel Fauré (1845-1924) abarca varios géneros musicales, como canciones, música de cámara, piezas orquestales y corales.
[6] Aunque sus editores insistían en títulos más descriptivos, él prefería que fueran convencionales como «Pieza para piano n.º tal».
Su amigo y antiguo maestro Camille Saint-Saëns le escribió en 1917: «si hay un Dios para la mano izquierda, me encantaría conocerle y hacerle una ofrenda antes de disponerme a tocar tu música; el segundo Vals-Capricho es terrible en este sentido; sin embargo, he logrado llegar al final a fuerza de absoluta determinación».
[13] Como persona, se decía que Fauré poseía «ese misterioso don insustituible e insuperable: carisma»,[14] y esta cualidad es una característica conspicua en muchas de sus composiciones tempranas.
[17] Philippe Fauré, hijo del compositor, dijo que los nocturnos «no necesariamente se basaban en ensoñaciones o en emociones inspiradas por la noche.
[16] Está dedicada, al igual que su canción Après un rêve, a su amiga y mecenas Marguerite Baugnies.
Una larga melodía con acompañamiento sincopado en la mano izquierda continua seguidamente en una sección central en la que un tema en dolcissimo se metamorfosea en estallidos de pasión.
[23] El pianista Alfred Cortot, normalmente gran admirador de Fauré, encontró que la pieza «se regodeaba demasiado en su languidez».
[17] En contraste con la pieza anterior, el quinto nocturno es mucho más animado, con inesperados cambios a tonalidades lejanas.
[32] Morrison encuentra en este nocturno una sensación de vacío o desolación y ve en él la lucha del compositor frente a la desesperación.
[17] Pinkas, sin embargo, ve en la obra un «contraste entre la ambigüedad y la alegría, que termina de manera reconfortante».
[33] Se lo conoce a veces como el nocturno «inglés» dado que su creación tuvo lugar cuando Fauré estaba en Reino Unido.
Su editor reunió ocho piezas cortas para piano y las publicó juntas como 8 pièces brèves, dándole a cada una de ellas un título sin la aprobación del compositor.
[47] La tercera barcarola está dedicada a Henriette Roger-Jourdain, mujer de un amigo del compositor, el pintor Roger Jourdain.
[48] La sección intermedia, tal y como ocurre en la primera barcarola, mantiene la melodía en el registro medio con delicados ornamentos arpegiados en las tesituras superiores e inferiores.
[53] El segundo episodio, en do sostenido menor, señalado como cantabile, continua con un final abrupto con un acorde en fortissimo.
[56] Dedicada a Madame Léon Blum,[57] la décima barcarola es más tonal que su predecesora, «con una cierta gravedad sosegada […] la monotonía apropiada para una noche gris» (Koechlin).
Comienza con un tema simple, algo poco frecuente en el compositor en ese entonces, en la manera tradicional veneciana, pero su desarrollo incorpora ritmos más sutiles.
[64] Dedicado a «Madame de Marliave» (Marguerite Long),[39] el cuarto impromptu supone la vuelta al género en su periodo intermedio.
En la última sección, un allegro, el segundo tema regresa y lleva la obra a su conclusión, cuya melodía aguda canta con especial delicadeza, según Nextoux.
17, no sigue el patrón habitual de dejar la variación más sonora y extrovertida al final sino que la variación que más se acerca a esta descripción se ubica en anteúltimo lugar, seguida por una suave conclusión, en un «modesto final típicamente faureano».
[64] Fauré no tenía intención alguna de publicar estas piezas juntas; se compusieron como obras individuales entre 1869 y 1902.
[77] En la primera década del siglo XXI la editorial Peters publicó una nueva edición crítica de las Ocho piezas sin los nombres espurios.
[81] Adagietto en mi menor: Un andante moderato, «serio, grave, firme y maleable a la vez, que alcanza gran belleza» (Koechlin).
[81] Improvisación en do sostenido menor: Orledge califica esta pieza como una «canción sin palabras» de un periodo intermedio.
Allégresse en do mayor: Orledge lo describe como «un burbujeante perpetuum mobile cuyo arrebato de sentimientos románticos está a duras penas bajo control».
«Al comienzo, lo que más te llamará la atención será la tercera en sol menor, una extraña mezcla entre lo romántico y lo clásico».
La atmósfera es turbulenta e inquieta;[92] la pieza culmina en una calmada resignación que recuerda al «Libera me» de su Réquiem.
Al igual que la suite, consta de cuatro movimientos, titulados «Ouverture», «Menuet», «Gavotte» y «Pastorale».
[65] Numerosos pianistas han grabado selecciones de sus piezas más importantes, como Pascal Rogé (1990),[109] y Kun-Woo Paik (2002).