[7] Según el Catecismo Mayor de San Pío X la misa es: La misa es el sacrificio que fue prefigurado en los sacrificios que la religión natural y después la religión judía según narra la ley mosaica.Excepcionalmente, esto puede variar, principalmente si hay Dignatarios de la Curia Romana, teniendo la palabra el Obispo Diocesano.Se pide perdón a Dios por los pecados cometidos diciendo el Kyrie ("Señor, ten piedad") –a veces precedido del Confiteor ("Yo pecador")–.[cita requerida] Después del acto penitencial, se dice el Señor, ten piedad, a no ser que este haya formado ya parte del mismo acto penitencial.Se canta o reza el himno del Gloria, cuyo texto es invariable.Suele resumir el carácter del día o la fiesta que se está celebrando.En la Misa celebrada con la participación del pueblo, las lecturas se proclaman siempre desde el ambón.Según la tradición, el oficio de proclamar las lecturas no es presidencial, sino ministerial.Solo hay dos ocasiones en las cuales el evangelio es proclamado por tres personas (Laicos, diáconos u otro sacerdote), que corresponden a la lectura de la pasión del Señor, los Domingos de Ramos y los Viernes Santos.Con su respuesta, el pueblo congregado rinde homenaje a la Palabra de Dios acogida con fe y gratitud.Esta lectura se omite en los días de semana, a no ser que coincida con una solemnidad.El sacerdote inicia la lectura diciendo "Lectura del Santo Evangelio según..." ("Lectio sancti Evangelii secúndum N." en latín), a lo que el pueblo responde diciendo "Gloria a Ti, Señor" ("Gloria tibi, Dómine" en latín) y haciendo la señal de la cruz en la frente, labios y pecho.Al final se aclama "Gloria a Ti, Señor Jesús" ("Laus tibi, Christe" en latín).La homilía es parte de la liturgia y muy recomendada, pues es necesaria para alimentar la vida cristiana.En casos peculiares y con una causa justa pueden pronunciarla también un obispo o un presbítero que asisten a la celebración pero no concelebran.En algunos casos (principalmente en la celebración del tedeum), la homilía finaliza con un canto realizado por la schola y seguido por la asamblea.Sin embargo, cuando hay misa con niños o en familia, la homilía puede ser un diálogo entre el celebrante principal, uno de sus concelebrantes o un diácono con los niños y el resto de la feligresía, sobre las mismas lecturas bíblicas proclamadas.Esta es la parte nuclear y central de toda la misa pues según la fe católica, Jesucristo mismo se hace presente en las Especies Eucarísticas en Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad (ver transubstanciación).En la misa se reza una sola oración sobre los dones que termina con la conclusión breve, es decir: «Por Jesucristo, nuestro Señor».Uniéndose a la oración, el pueblo hace suya la plegaria mediante la aclamación: «Amén».Todos recitan o cantan la oración "Agnus Dei, qui tollis..." ("Cordero de Dios, que quitas...").Esta invocación acompaña a la fracción del pan y, por eso, puede repetirse cuantas veces sea necesario hasta que concluya el rito.Las sagradas Formas, u Hostias, que pueden haber quedado se reservan en el sagrario.En esta ceremonia se cubre con un velo los hombros del varón y completamente la cabeza de la mujer.Aparece mencionada por primera vez en un documento que data del siglo IX, bajo el nombre de Missa Sicca y experimentó su auge en la Edad Media.O réquiem a secas (del latín requiem, 'descanso'), también denominada en latín missa pro defunctis o missa defunctorum, es la que se hace por el eterno descanso del alma de un difunto.Este servicio se observa también en otras iglesias cristianas, como la anglicana y la ortodoxa.Su nombre proviene de las primeras palabras del introito: «Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis» («Concédeles el descanso eterno, Señor, y que brille para ellos la luz perpetua»).De esta manera se logró conservar en un primer momento una "apariencia exterior similar" a la de la liturgia católica, aunque progresivamente el alemán reemplazó al latín como lengua litúrgica y posteriormente se suscitaran una serie de cambios radicales en las diversas facciones y grupos (luego denominaciones) que fueron surgiendo en este heterogéneo movimiento reformista.Esto derivó inevitablemente en la enorme tergiversación litúrgica que hoy existe entre las diferentes denominaciones luteranas.