En esta ceremonia se cubría con un velo o palio los hombros del varón y completamente la cabeza de la mujer.
Concluidas las oraciones, volvía al medio del altar, reiteraba la genuflexión y proseguía la misa como de costumbre.
Al final de la misa, antes del Placeat tibi se volvía otra vez a los esposos y decía sin Oremus la oración Deus Abraham, sosteniéndole el acólito el libro.
Luego, despojados del velo por el acólito, los amonestaba sobre el cumplimiento de los deberes conyugales y los rociaba con agua bendita sin decir nada.
Este coste hacía que sólo se permitieran esta misa las familias pudientes o muy devotas.