Zurbarán también pintó una Inmaculada con san Joaquín y santa Ana, de iconografía más compleja.
[3] Los teólogos, forzados a pronunciarse sobre lo que había sido una simple creencia piadosa, pero que había sido incorporado a la liturgia, se dividieron en dos corrientes: La mayoría de teólogos escolásticos, así como la orden de los dominicos, apoyaron la postura maculista, pero la orden franciscana apoyó el inmaculismo, apoyándose en la autoridad de Duns Scoto.
[4] Las primeras representaciones pictóricas para ilustrar esta temática tan abstracta se basaban la iconografía del Árbol de Jesé, el abrazo ante la Puerta Dorada o la Santa Ana Triple.
En 1570, Johannes Molanus celebraba esta nueva interpretación artística en su tratado De picturis et imaginibus sacris.
En la parte celestial, aparecen también varios ángeles rodeando la figura de la Virgen, iluminada por detrás por el Sol.
[13] En las Inmaculadas tardías, el rostro de la Virgen aparece bastante más alargado, lo mismo que su figura, inclinada levemente y circunscrita en un círculo.
[7] En los siguientes enlaces se halla cumplida información sobre las trece versiones conocidas, ordenadas cronológicamente: