[3] Zurbarán plantea esta obra con su habitual sencillez compositiva, naturalismo y monumentalidad de las figuras, lo cual contribuye a la legibilidad del tema.
En esta obra en concreto, su cabeza está levemente inclinada hacia la izquierda del lienzo, viste una túnica de color rosa muy pálido y un manto azul oscuro, y los símbolos de las letanías lauretanas solamente son evidentes en la parte terrenal.
[6] A sus pies, aparecen Joaquín y Ana —de medio cuerpo— cautivados por la visión de la Inmaculada, ante un paisaje levemente pintado.
En oposición a la figura idealizada de María, sus ancianos padres forman unos retratos realistas, dispuestos en contraluz sobre un fondo iluminado por la visión celestial.
Santa Ana —de medio perfil— con sus manos cruzadas sobre el pecho, levanta su rostro pensativo hacia María, viste un traje rojo oscuro y un manto del hermoso color violeta oscuro propio del pintor, y su cabeza está cubierta por un velo beige.