Las tesis promovían los argumentos de Lutero contra lo que él consideraba un abuso de la práctica del clero al vender indulgencias plenarias, certificados que, según las creencias católicas, reducen el castigo temporal del purgatorio por los pecados cometidos por los compradores o sus seres queridos.
Los superiores eclesiásticos le juzgaron por herejía, proceso que culminó con una sentencia de excomunión en 1521.
De acuerdo con este sistema, cuando los cristianos pecaban y se confesaban, eran perdonados y ya no recibían el castigo eterno en el infierno, aunque todavía podían estar sujetos a una pena temporal.
[5] Al parecer los penitentes podían cumplir este castigo realizando obras de misericordia.
Esto llevó al dicho popular: «Tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando [fuera del purgatorio]».
[11] Los gobernantes políticos tenían interés en controlar las indulgencias porque las economías locales sufrían cuando los compradores abandonaban un territorio determinado en favor de otro.
[13] Se aplicaba a casi cualquier pecado, como el adulterio y el hurto; además, estipulaba que cualquier otra predicación indulgente debía cesar durante los ocho años en la que se hiciera la colecta.
[14] Fue el fraile Johann Tetzel quien recibió el encargo de predicar y ofrecer la indulgencia en 1517; su campaña en ciudades cercanas a Wittenberg hizo que muchos aldeanos viajaran a esas poblaciones para comprarlas, ya que las ventas habían sido prohibidas en dicha ciudad y otras ciudades sajonas.
Después de escuchar lo que Tetzel había dicho acerca de las indulgencias en sus sermones, Lutero comenzó a estudiar el tema con más detenimiento y contactó a expertos en el tema.
Lutero lo veía como una incitación a la avaricia pecaminosa y sostuvo que era imposible estar seguro de aquello, dado que solo Dios tiene la autoridad suprema para perdonar las penitencias en el purgatorio.
Según Lutero, como nadie sabe si una persona se arrepiente de verdad, una carta que le aseguraba el perdón era peligrosa.
Asimismo, los cristianos realmente arrepentidos ya han sido perdonados de la pena y culpa del pecado.
Afirmaba que los cristianos indoctos no entendían la doctrina y, por tanto, estaban siendo engañados.
[31] Asimismo, discutió los problemas sobre la forma en que se predicaban las indulgencias (tesis 67 a 80), tal como lo había escrito en la carta al arzobispo elector Alberto.
[33] Apelando al interés financiero del romano pontífice, Lutero afirmó que si los predicadores limitasen su sermón de acuerdo con sus proposiciones sobre las indulgencias —que según él también era la posición del papa—, las objeciones dejarían de ser relevantes.
[35] Lutero escribió las tesis como proposiciones para ser discutidas en un debate académico formal,[36] aunque no existe evidencia de que tal evento haya tenido lugar alguna vez.
El organizar este debate era un privilegio que Lutero tenía como doctor y, además, una forma bastante usual de investigación académica.
Karlstadt publicó sus tesis en el momento en que se exhibían las reliquias de la iglesia y esto pudo haber sido considerado una provocación.
No obstante estas declaraciones, para la historiadora Elizabeth Eisenstein esta supuesta sorpresa por el éxito pudo haber estado mezclada con «autoengaño» y el investigador Hans Hillerbrand señala que Lutero «ciertamente tenía la intención» de provocar una gran controversia.
Lutero no condenó las indulgencias o la doctrina contemporánea relacionada con estas, ni siquiera a los predicadores que se habían otorgado el certificado de perdón a sí mismos, ya que él no los había visto personalmente.
[43] Era costumbre que, al proponer un debate académico, la imprenta universitaria reprodujera las tesis y las anunciase públicamente.
[46] Las tesis fueron copiadas y distribuidas a grupos interesados poco después de que Lutero enviara su carta al arzobispo elector Alberto.
En Núremberg, Kaspar Nützel las tradujo al alemán ese mismo año y copias manuscritas de esta traducción se enviaron a varios interesados en el Sacro Imperio,[50] aunque no necesariamente se reprodujeron en imprenta.
Alberto solicitó tal acción a la Curia Romana,[55] tras lo cual Lutero fue percibido inmediatamente en Roma como una amenaza.
Más tarde dijo que no habría comenzado la controversia si hubiera sabido hacia dónde conduciría.
[63][64] Tetzel respondió con una refutación punto por punto, citando profusamente la Biblia y teólogos importantes,[65][e] pero su folleto no fue tan popular como el de Lutero, quien contestó con otro panfleto que, al contrario que el de Tetzel, supuso otro éxito editorial.
Era un ataque personal duro e inesperado, en el que acusaba a Lutero de herejía y estupidez.
Cayetano no permitió que Lutero discutiera personalmente con él sobre las presuntas herejías, pero identificó dos puntos de controversia.
[71] Lutero se negó a retractarse y solicitó que los teólogos universitarios revisaran el caso, pero, dado que esta petición fue denegada, decidió apelar al romano pontífice antes de abandonar Augsburgo.
[73] Lutero finalmente fue excomulgado en 1521 después de quemar la bula papal Exsurge Domine, que lo amenazaba a enfrentar la censura pública si no se retractaba.