Tōjō tenía una personalidad carismática y de gran preponderancia en el Ejército japonés.
En el propio Japón metropolitano la policía militar (Kenpeitai) y otras fuerzas de seguridad convirtieron al país en un auténtico Estado policial, a la par que la vida política quedó reducida en torno a la Asociación de Apoyo al Régimen Imperial (Taisei Yokusankai).
Al finalizar la guerra, y después de un intento fallido por suicidarse, fue arrestado por las nuevas autoridades estadounidenses.
Posteriormente, algunos historiadores han denunciado que durante los juicios de Tokio, por parte de los estadounidenses, muchas responsabilidades políticas del emperador Hirohito fueron descargadas en el propio Tōjō, haciéndole responsable a él y exonerando prácticamente al emperador.
Durante la década de 1930 Tōjō fue miembro activo esta facción política del Ejército Imperial, facción totalitaria que defendía un estado autoritario donde el poder estuviese en manos de los militares, ayudados por la burguesía industrial.
En 1937 ya es general y jefe del Estado Mayor japonés que opera en la provincia china de Cantón.
Ese mismo año regresa a Tokio para desempeñar la vicepresidencia del Ministerio de la Guerra.
En esta situación, el primer ministro Fumimaro Konoe convocó al que sería su último gabinete, donde Tōjō comentó: Políticamente aislado y convencido de que el emperador no le apoyaría, Konoe presentó su dimisión.
[9][10] Al día siguiente el almirante de la flota, Nagano, explicó en detalle al emperador cómo se desarrollaría el ataque contra la Armada estadounidense en su base de Pearl Harbor.
[14] También se mantuvo especialmente activo el Kenpeitai, la policía militar del Ejército Imperial.
La guerra tampoco marchaba bien en China: entre noviembre y diciembre de 1943, durante la batalla de Changde, los japoneses sufrieron graves bajas frente al Ejército Nacional Revolucionario y no lograron conquistar esta estratégica ciudad china.
Esto suponía que los estadounidenses disponían de una importante base aérea y naval a 2100 kilómetros del archipiélago japonés y con los nuevos bombarderos Boeing B-29 Superfortress estaban en condiciones de bombardear las principales ciudades japonesas.
Aunque el emperador había intentado evitar su renuncia, no pudo hacer frente al enorme descontento y hostilidad que existían desde varios sectores militares y políticos contra el primer ministro.
Al momento de ser detenido, mientras se desangraba, Tōjō dijo lo siguiente según reporteros japoneses presentes durante su detención:
[20] MacArthur proponía no modificar en lo más mínimo la situación de la figura del emperador; se limitó a continuar la situación existente durante el último año de la guerra, resolviendo sus implicaciones a medida que las circunstancias lo requerían.
El historiador John Dower resumió así la situación: Tōjō fue juzgado y condenado a muerte, siendo ejecutado el 23 de diciembre de 1948 en la horca, pese a haber pedido ser fusilado.