En 1937, el Imperio del Japón inició nuevamente su expansión por China, dando inicio a la Segunda Guerra Sino-japonesa.
En los siguientes años, Japón continuó lanzando ofensivas en China, sin obtener la rendición del gobierno de Chiang Kai-shek.
La Unión Soviética rechazó un temprano ataque japonés en 1939, y permaneció neutral hasta la derrota de Alemania.
Este ritmo brutal creó un desfase entre el nivel tecnológico del país y sus costumbres, plasmado perfectamente en su sistema político: a pesar de ser nominalmente una democracia parlamentaria, el Ejército y la Marina eran dirigidos por los ministros de Guerra y Marina (que debían ser obligatoriamente generales o almirantes retirados o en activo) que no estaban sujetos a la autoridad del primer ministro, sino directamente a la del emperador.
Rusia y Japón se vieron desde ese momento enfrentadas en la lucha por la influencia en la parte nordeste de China.
Japón estaba bien preparado, dominaba los mares de la zona en conflicto y sus bases se hallaban cerca.
En 1931, usando como casus belli unos incidentes transfronterizos, Japón invadió Manchuria, que convirtió en 1932 en Manchukuo, Estado independiente bajo protectorado japonés, junto con Jehol.
Esta batalla comenzó porque las tropas japonesas creían erróneamente que uno de sus hombres había sido hecho prisionero por los chinos.
Los esfuerzos dieron como resultado el torpedo Tipo 95, que causó la mayoría de los daños a las naves estadounidenses.
Durante el año 1941 las relaciones diplomáticas entre Japón y Estados Unidos eran tensas, ya que el presidente Franklin Delano Roosevelt había bloqueado los suministros petrolíferos a Japón y había congelado todos los créditos japoneses en los Estados Unidos.
Numerosos aviones estadounidenses fueron derribados a medida que el ataque se aproximaba; al menos uno de ellos transmitió por radio una alerta algo incoherente.
Además, los japoneses tuvieron que librar una guerra contra una coalición de naciones encabezada por Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Inglaterra, India y China.
Los japoneses desembarcaron en Bangkok y varios lugares a lo largo de la costa este de Tailandia meridional, donde se enfrentaron al ejército tailandés por seis a ocho horas antes que el ejército tailandés determinara que hubiera sido imposible defender el reino.
Esta conquista dejó a las fuerzas aliadas sin ningún dique de carena entre Australia y Hawái.
Los japoneses, que ya dominaban una amplia área en la zona del Pacífico, pensaban en conquistar Australia.
La batalla del Mar del Coral fue la primera batalla de la historia en la que combatieron directamente portaaviones en ambos bandos, así como la primera en la que las unidades navales nunca se vieron directamente ni estuvieron al alcance de su armamento artillero.
La flota aliada utilizó una máquina especial para decodificar las señales navales japonesas e interceptar un mensaje ultrasecreto.
Así se enteraron del plan enemigo que consistía en bombardear la isla de Midway.
Los japoneses estaban construyendo un aeropuerto en la isla, desde el cual podrían mandar aviones e interceptar las rutas marítimas entre EE. UU.
Gracias al factor sorpresa, tomaron el aeropuerto casi sin oposición, finalizando las obras y bautizándolo con el nombre de Henderson Field.
Los japoneses invadieron Birmania en 1942 e hicieron acuerdos con Aung San y su ejército Birmano, que creció espectacularmente y cambió varias veces de nombre por intereses japoneses, que además adiestraron muchas unidades de este.
Los Estados Unidos habían liberado casi todas las islas del Pacífico y estaban decididos a desembarcar en Japón, pero los cazas estadounidenses no podían volar desde las islas Marianas hasta Tokio al no tener más de tres mil kilómetros de autonomía.
La flota nipona había sido destruida en la batalla del Golfo de Leyte, por lo que Japón no podía oponer resistencia en el mar y la rendición era inminente.
No obstante, Japón quería llegar a un acuerdo de paz cediendo territorios, pero sin alterar la divinidad del emperador.
Antes de que se produjera la invasión, la isla estuvo sometida a bombardeos por mar y aire durante tres meses.
A pesar de estos ataques, aún había algunos japoneses firmemente atrincherados en fortificaciones subterráneas, excavadas en el blando suelo volcánico.
Los japoneses no podían ofrecer resistencia a la avanzada aliada y realizaron un ataque suicida contra la flota americana llamado Operación Ten-Gō.
Finalmente el Primer Frente del Lejano Oriente (comandante mariscal Kirill Meretskov), debía tomar la parte oriental de Manchukuo.
Toda la operación estaba bajo el mando del mariscal de la Unión Soviética Aleksandr Vasilevski.
A su vez, al caer los grandes imperios como Japón, Alemania e Italia; Estados Unidos quedó como una de las potencias mundiales junto con la Unión Soviética.