Guerra de sucesión española en el Reino de Valencia
Estalla así la guerra por la sucesión de la corona de Carlos II, que en realidad es una lucha por la hegemonía en Europa —de hecho las primeras batallas se libran en Italia y en los Países Bajos, mientras la península ibérica permanece en paz—.Sin embargo, la mayoría de Castilla se mantiene fiel a Felipe V y Carlos III tiene que abandonar la capital.[3][4] En 1703 hizo acto de presencia por primera vez la flota angloholandesa en las costas valencianas al mando del almirante Schovell siendo recibida calurosamente en Altea, en la comarca de la Marina.Un duro golpe para la causa felipista fue la toma de Tortosa a finales de septiembre por la flota aliada, lo que facilitó que surgiera un segundo foco austracista en el norte del reino, en Vinaroz, aunque el golpe definitivo fue que el regimiento de Nebot se uniera a las fuerzas comandadas por Basset.Así fueron ocupando sucesivamente Oliva, Gandía, Játiva y Alcira, lo que les dejó libre el camino hacia Valencia.Tradicionalmente se ha respondido a esta pregunta aludiendo al supuesto temor que se tenía en Valencia a que Felipe V, siguiendo la tradición «centralista» de la monarquía francesa, quisiera acabar con las leyes e instituciones propias, frente al archiduque Carlos que, siguiendo la tradición «pactista» de los Habsburgo, las respetaría.«La causa que, a nuestro criterio —afirma Giménez López—, provocó que estos sentimientos difusos [antiborbónico, antifrancés y antiseñorial] cristalizaran en un movimiento a favor del Archiduque fue la exhibición de fuerza que las potencias favorables a Don Carlos hicieron en la costa valenciana entre 1703 y 1705».Durante los tres días siguientes la revuelta continuó, por lo que un gran número de felipistas abandonaron la ciudad.Inmediatamente los presos felipistas fueron puestos en libertad —y autorizados a abandonar la ciudad—, las medidas de Basset en favor de las clases populares fueron suspendidas y se concedió una mayor participación a la nobleza austracista en el gobierno del reino.[18] Durante los cinco meses que residió en Valencia donde estableció su corte, el rey se ocupó del espinoso tema del pago de los derechos señoriales por los campesinos, acordando en una Junta celebrada el 29 de noviembre de 1706 que estos debían hacerlos efectivos ya que las exenciones concedidas por Basset habían sido hechas «sin orden ni licencia de Su Magestad» y, además, contravenían lo que «disponen los mismos fueros del Reyno, cuya observancia desea Su Magestad zelar por haverlos así jurado».Según un cronista de la época la decisión se debió a «que era muy aventurado que esperase los variados y gravísimos acontecimientos de la guerra en una ciudad tan mal fortificada i tan próximos los enemigos...Además en la provincia de Valencia no tenía ciudades bien fortificadas como en Cataluña para oponerlas al enemigo».El gobierno de la ciudad envió una embajada a Alcira para suplicar a los generales austracistas que sus tropas permanecieran en Valencia dado que se encontraba en un peligro inminente pero no consiguieron su propósito.Al día siguiente el Consell General de la ciudad aprobó la entrega de la ciudad ya que estaba «sens defensa, sens caps y sens virrey» (sin defensa, sin jefes y sin virrey) —el Jurat en Cap Melcior Gamir argumentó, según un cronista, «que aquellos infelices habitantes que tanto habían hecho por el príncipe estaban ahora expuestos a las armas de los vencedores sin tener aún siquiera quien pactase la paz conservando la vida de los vencidos aunque les entregase la demás a los vencedores».Aunque esto puso fin a la guerra en el reino de Valencia, las tropas borbónicas fueron hostigadas por partidas de migueletes austracistas que se mantuvieron activas hasta la caída de Barcelona, y que fueron especialmente activas a lo largo de 1710 cuando los éxitos del Archiduque en Aragón y su segunda entrada en Madrid, auguraban la posible reconquista del reino por los austracistas, lo que nunca sucedió.Esto le permitió al duque ejercer la máxima autoridad del reino sin tener que ajustarse a las leyes que lo regían, como en seguida se demostró.Dos días después Felipe V nombraba a los nuevos seis jurats de la ciudad, saltándose el procedimiento insaculatorio establecido en los Furs, quienes, a pesar de ser conocidos felipistas, siguieron bajo la autoridad militar del mariscal de campo Antonio del Valle, y con unas competencias muy recortadas —por ejemplo no podían convocar al Consell General, máximo órgano deliberativo de la ciudad—.[33] Como ha señalado la historiadora Carme Pérez Aparicio, «los valencianos, incluidos los borbónicos, fueron conscientes del peligro que los amenazaba y, a lo largo de todo el mes de mayo, se sucedieron las cartas y las súplicas al rey, solicitando el perdón para la ciudad y el nombramiento de un virrey».La intranquilidad aumentó cuando llegó a la ciudad la noticia de que Joan Baptista Basset había sido puesto en libertad y se dirigía a Valencia para liberarla, aunque su destino era Denia.Incluso un bando prohibió que los niños jugaran a «maulets i botiflers».El paso siguiente —¿quién podría extrañarse?- seria la abolición de los Furs».
Felipe V de España nombrando a James Fitz-James,
duque de Liria y Jérica
, después de la batalla de Almansa.
Retrato de Felipe V, cabeza abajo, tal como está expuesto en el
Museu de l'Almodí
de
Játiva
, como protesta por el incendio de la ciudad en mayo de 1707 como castigo por haber resistido al ejército borbónico al mando de D'Asfeld.