[7] Es ampliamente utilizado en postres como alfajores, cuchuflíes, gofres, helados, obleas, panqueques y pasteles o tortas.
El escritor e historiador argentino Rodolfo Terragno asegura que este producto lácteo se encuentra en diversas culturas antiguas.
[9] El historiador argentino Daniel Balmaceda, autor de La comida en la historia argentina, señala que su origen estaría en Indonesia, desde donde alrededor del siglo VI fue llevado a las islas cercanas, entre ellas las Filipinas.
Poco tiempo más tarde arribó Rosas, que no se enfadó con Lavalle y pidió a la criada el mate con leche, quien recordó en ese momento que había dejado la leche con azúcar al fuego durante un largo tiempo.
Su sabor agradó a Rosas y se cuenta que compartió el dulce con Lavalle mientras discutían los puntos del pacto.
A San Martín, reconocido sibarita, le gustó de tal forma el «manjar» que se llevó varios frascos en la Expedición Libertadora del Perú (1820-1824) para él y sus hombres.
En su retorno hacia el Río de la Plata, se llevó otros frascos junto con la receta para producirlo.
[20] Se suele comer con fromage blanc (una especie de yogur) o con crêpes.
La lata debe estar cubierta completamente con el agua para que se cocine todo su contenido.
En Cuba existen variantes: el propiamente llamado «dulce de leche», que tiene una consistencia grumosa y puede elaborarse adicionándole o no huevos batidos, y la conocida como «fanguito», de consistencia cremosa, para la que se usan leche condensada, las cremas de leche y las variantes provinciales.
En este producto no se adiciona glucosa y esto permite que su superficie sea mate.
Este tipo de leche condensada también se vende procesada y lista para el consumo ya desde la era soviética, en latas, así como la leche condensada con cacao, con café o con sabor a achicoria.