[3] El término latino chorea, a su vez del griego khoreia (χορεία), proviene de la misma raíz que coro (khoros, χορός), corista, coreuta y coreografía, y hace referencia a los movimientos involuntarios de la enfermedad, que simulan una danza violenta.
La expresión chorea sancti viti se refirió a una manía danzante, trastorno histérico que parece haber sido muy común en los siglos XV y XVI.
[3] La corea menor fue tipificada en 1625 por Horstius, pero la descripción más completa y precisa fue publicada en 1686 por Sydenham,[1] a consecuencia de lo cual la enfermedad lleva hoy su nombre.
La enfermedad solo tiene predilección por este rango etario; no discrimina por otros parámetros como etnia o clase social.
[7] Como enfermedad asociada a la fiebre reumática aguda, la corea de Sydenham ha venido declinando drásticamente desde sus orígenes en el siglo XV.
Con la invención de los antibióticos y su uso para tratar las estreptococosis, su incidencia en los países industrializados se ha reducido en gran medida.
A pesar de ello, ha habido dos grandes epidemias en las Estados Unidos en años recientes.
En Brasil, por ejemplo, más del 50 % de las cirugías cardíacas se practican para corregir secuelas dejadas por la fiebre reumática.
El factor estrogénico es muy sospechoso, ya que la mayoría de los afectados son mujeres en torno a la pubertad.
Esto puede ocurrir si alguna de las proteínas presentes en el coco se encuentra también en ciertas células propias, haciendo que el sistema inmune humano sea incapaz de distinguir entre ambas y las ataque por igual.
[9] Casi siempre, el paciente ha perdido la motricidad fina en los dedos y las manos, lo que explica los cambios patológicos en la escritura manual.
Mediante un ecocardiograma se verificarán posibles alteraciones estructurales a consecuencia del reumatismo.
[2][6] Deberá verificarse la existencia de antecedentes familiares para diferenciar el cuadro de la corea hereditaria, así como definir otras causas probables: exposición a diferentes toxinas, efectos medicamentosos no deseados, lesiones cerebrales, etc. Se incluyen a continuación otros tipos de patologías capaces de producir coreas, junto con los rasgos que las diferencian del Sydenham:[6] Dado que el S. pyogenes es sumamente sensible a la penicilina,[2] se impone el tratamiento temprano con este fármaco.
[2] Si la artritis es severa, se medicará con codeína o salicilatos como la aspirina, u otros antiinflamatorios no esteroides.
[2] La terapia salicílica debe ser estrechamente controlada, porque puede afectar a la sangre o al hígado.
Aquellos pacientes que muestran insuficiencia cardíaca o inflamación del corazón, necesitan recibir corticosteroide como la prednisona.
Se intentará evitar los numerosos efectos indeseables de esta terapia[2] limitándola en duración y dosis todo lo que sea posible.
En algunos pocos casos será adecuado practicar cirugía o valvuloplastía, destinadas a corregir daños estructurales en las válvulas.
Estos fármaco tienen efectos potencialmente adversos,[2] como el desarrollo de diskinesias tardías.
Si el valproato y la pimocida fallan, se intentarán tratamientos inmunomoduladores, inmunoglobulina G IV o plasmaféresis.
La terapia proseguirá de por vida[2] o al menos por algunos años (hasta que el niño alcance la adultez).
[14] Un pequeño porcentaje puede sufrir discapacidad permanente si la corea no responde al tratamiento y persiste.