Los vivas o vítores componen expresiones convencionales, muchas convertidas en lemas, en tópicos literarios e incluso en títulos de obras literarias y artísticas.
[1] La costumbre de dar vivas está muy vinculada con todo tipo de actividades festivas y celebraciones, y con la euforia correspondiente a la comida y bebida de los festines, especialmente con los brindis.
Expresiones semejantes aparecen en la antigüedad clásica grecorromana (simposium, epitalamios de las bodas).
Durante el enfrentamiento entre los absolutistas españoles y los liberales españoles en la primera mitad del siglo XIX se originaron dos lemas en forma de vivas: Las expresiones formadas con arriba (como el Arriba España antes citado), así como las formadas con las interjecciones hala y aúpa, se usan de forma similar a los vivas, aunque con un rasgo semántico marcadamente más cercano a contextos políticos o deportivos, según el contexto (Hala Madrid, Aúpa Athletic).
[21] Las expresiones opuestas a los vivas son los mueras (muera [tal persona o cosa], o muerte a [tal persona o cosa]) o los abajos (abajo [tal persona o cosa], o abajo con [tal persona o cosa] -Abajo la raza espuria de los Borbones, fue uno de los lemas de la revolución de 1868-); pero en el lenguaje popular, coloquial y sobre todo en el vulgar (en el que se usan de forma intercambiable con otros insultos, juramentos o palabrotas) son mucho más frecuentes las expresiones escatológicas: los me cago en [tal persona o cosa], que se emplean como máxima vituperación (especialmente cuando se refieren a tu padre, tu madre, tus muertos, etc. -muy a menudo en combinación con palabras insultantes, especialmente con puta-), y en su caso como blasfemia (cuando se aplican a Dios, a la Virgen, a todos los Santos, a la Hostia, etc.) o como lamento (cuando se aplican a algo propio: mi sombra, mi suerte, la leche que me han dado -o simplemente la leche-, etc.)[22] El registro culto incluye las expresiones con el latín delenda, paráfrasis del Delenda est Carthago de Catón el Viejo.