Traducción automática

En su vertiente más básica, la TA simplemente sustituye las palabras de un idioma por las del otro, pero este procedimiento rara vez da lugar a una traducción buena, pues no existe una correspondencia biunívoca entre el léxico de las diversas lenguas.

Es decir, traducir por ordenador documentos jurídicos o administrativos tiende a ser más productivo que si se trata de conversaciones u otros textos no estandarizados.

La intervención humana puede mejorar la calidad de la salida: por ejemplo, algunos sistemas pueden traducir con mayor exactitud, si el usuario ha identificado previamente las palabras que corresponden a nombres propios.

Con la ayuda de estas técnicas, la traducción por computadora ha mostrado ser un auxiliar útil para los traductores humanos.

Sin embargo, y aun cuando en algunos casos pueden producir resultados utilizables «tal cual», los sistemas actuales son incapaces de producir resultados de la misma calidad que un traductor humano, particularmente cuando el texto a traducir usa lenguaje coloquial o familiar.

Si alguna de estas sugerencias es aceptable, el usuario la selecciona y, en caso contrario, corrige lo necesario hasta obtener un fragmento correcto.

Entre los investigadores pioneros hay que citar a Warren Weaver, de la Fundación Rockefeller.

En la actualidad se obtienen altos niveles de calidad para la traducción entre lenguas romances (español, portugués, catalán, gallego y otros).

Sin embargo, los resultados empeoran notablemente cuanto más tipológicamente alejadas sean las lenguas entre sí, como es el caso de la traducción entre español e inglés o alemán.

En 1629, René Descartes propuso un lenguaje universal, con las ideas equivalentes en lenguas diferentes que comparten un mismo símbolo.

Los autores afirmaban que, en un plazo de tres a cinco años, la traducción automática sería un problema resuelto.

A Weaver se le atribuye haber dicho: "Cuando veo un artículo escrito en ruso, me digo: Esto en realidad está en inglés, aunque codificado con símbolos extraños.

Un referente obligado para conocer con más detalle la evolución de la traducción automática es el académico británico John Hutchins, cuya bibliografía puede consultarse libremente en Internet.

La traducción automática mediante reglas consiste en realizar transformaciones a partir del original, reemplazando las palabras por su equivalente más apropiado.

Por ejemplo, algunas reglas comunes para el inglés son:[2]​ En general, en una primera fase se analizará un texto, creando habitualmente una representación simbólica interna.

Entre los mecanismos que utilizan corpus se incluyen los métodos estadísticos y los basados en ejemplos.

Es esencialmente una traducción por analogía y puede ser interpretada como una implementación del razonamiento por casos base empleado en el aprendizaje automático, que consiste en la resolución de un problema basándose en la solución de problemas similares.

Este equipo tomó parte primero en el diseño del prototipo Mentor, junto con otro centro IBM de Israel, y más tarde en la adaptación al espańol de LMT, sistema diseñado en el T.J.

A tenor de las publicaciones del grupo en la revista Procesamiento del lenguaje natural, entre los años 1985 y 1992 trabajaron en los proyectos de IBM al menos los siguientes especialistas: Teo Redondo, Pilar Rodríguez, Isabel Zapata, Celia Villar, Alfonso Alcalá, Carmen Valladares, Enrique Torrejón, Begoña Carranza, Gerardo Arrarte y Chelo Rodríguez.

Por su parte, Siemens decidió acercar a Barcelona el desarrollo del módulo español de su prestigioso sistema Metal.

Montserrat Meya, que hasta entonces había trabajado en los laboratorios centrales de Siemens en Múnich, contactó con el filólogo e ingeniero Juan Alberto Alonso, y juntos formaron el núcleo de un equipo en el que luego participaría una interminable lista de colaboradores: Xavier Gómez Guinovart, Juan Bosco Camón, Begoña Navarrete, Ramón Fanlo, Clair Corbishley, Begońa Vázquez, etc. Después de 1992 el grupo dedicado a proyectos lingüísticos se constituyó en empresa independiente, Incyta.

Ramón Cerdá reunió en la Universidad de Barcelona a un nutrido grupo de especialistas, integrado por, entre otros, Jesús Vidal, Juan Carlos Ruiz, Toni Badia, Sergi Balari, Marta Carulla y Nuria Bel.

Otro grupo dedicado a la traducción automática por aquellos años fue el formado por Isabel Herrero y Elisabeth Nebot en la Universidad de Barcelona.

Está claro que la traducción automática fue el principal catalizador del nacimiento de la lingüística computacional en Espańa.

No es casualidad que la Sociedad Española para el Procesamiento del Lenguaje Natural (SEPLN) se constituyera en 1983.

Se han citado 35 personas y esta cifra da una idea de la actividad.

Esquema que muestra la relación entre los diferentes paradigmas de traducción automática basada en reglas.