La localización de idiomas (del latín locus, "lugar", y del término inglés locale, "lugar en el que sucede o se ubica algo")[1] es la segunda fase de un largo proceso de traducción y adaptación cultural (para países, regiones o grupos específicos), teniendo en cuenta las diferencias que existen entre los distintos mercados, un proceso global que se denomina internacionalización y localización.
[cita requerida] Según las definiciones elaboradas por LISA (Localization Industry Standards Association), la globalización "puede considerarse más como un ciclo que no como un proceso único".
En este proceso no se incorporan referencias culturales ni contenidos específicos de países o idiomas para que el producto pueda ser adaptado posteriormente con facilidad y sin necesidad de modificar el componente central.
La segunda fase es la de localización y hace referencia a la adaptación del producto para un mercado concreto.
Por ejemplo, la localización tiene como objetivo ofrecer sitios web de una misma empresa con especificidades concretas en función del país o las diferentes ediciones de un libro en función del lugar en el que se publica.
Sin embargo, ahora la empresa abrirá una oficina importante en China, y necesita un sitio web en ese idioma.
En ese caso, la empresa podría perder un mercado potencial debido a pequeños detalles de presentación.
Antes de decidir la forma de localizar el sitio web y los productos que se ofrecen en un país dado, un profesional en el área podría asesorar a la empresa para crear una estrategia global, es decir, globalizar la forma en que la empresa lleva a cabo el negocio.
Por lo general, en documentos HTML, los códigos de idioma se definen en la especificación BCP 47 del IETF.