La designación "teología liberal", por lo demás, aparece por primera vez en Institutio ad doctrinam Christianam liberaliter discendam de J. S. Semler (1725-1791) y se convirtió en una expresión consuetudinaria y bastante extendida en su uso a mitad del siglo XIX (también en el siglo XX si bien, en este caso, para mentar un movimiento que debía de ser atacado y superado).
Como figuras fundantes, suele contarse también al deísta Hermann Samuel Reimarus y a Gotthold Ephraim Lessing (quien, por cierto, se atrevió a publicar los controvertidos fragmentos de Reimarus), y Friedrich Schleiermacher, el autor de unos famosos discursos Sobre la religión (Über die Religion.
El pensamiento moderno se siente extrañado respecto de una visión del mundo básicamente mitológica y antigua.
Aquí hay una afinidad notable con la creencia en el progreso típicamente decimonónica y con ideas de Baur.
Wilhelm Herrmann (1846-1926), aunque tuvo acentuaciones y acuñaciones propias, siguió expandiendo la influencia de Ritschl.
Rudolf Butlmann, un estudiante de Herrmann y luego famoso profesor en Marburgo, muestra cierta influencia herrmanniana en su teología kerigmática (Kerygma-Theologie), por lo cual, y con razón, suele categorizarse a Bultmann bajo el marbete de teólogo neoliberal.
Para Bultmann, el encuentro con Dios no aporta ninguna mostración del Jesús histórico, sino solo un encuentro con la proclamación de Jesús, la cual provee una nueva comprensión de lo que significa liberarse del mundo (Entweltlichung)).
Entre los discípulos más reputados de Herrmann hay que contar a Adolf von Harnack (1851-1930).
De ahí se derivan para Harnack responsabilidades morales y cívicas que le competen exclusivamente a la comunidad cristiana.
A la Escuela de la historia de la religión (Religionsgeschichtliche Schule) pertenecieron investigadores como Hermann Gunkel (1862-1932), Wilhelm Bousset (1865-1920), Wilhelm Heitmüller (1869-1926), Johannes Weiß (1863-1914) y, hasta cierto punto, también Ernst Troeltsch (1865-1923) y Albert Schweitzer (1875-1965).
Su propósito fue contextualizar los textos bíblicos a partir de su mundo circundante (Umwelt) pero precisamente con un fin positivo: el no perder la originalidad y particularidad irreductibles del mensaje neotestamentario.
Ernst Troeltsch (1865-1923) ha opinado que, por razones históricas ampliamente fundamentadas, debe negarse el 'carácter absoluto' del cristianismo (Absolutheit des Christentums).
En concordancia con Troeltsch, la modernidad no principia con la reforma protestante, sino que en primerísimo lugar con la ilustración.
Sin embargo, se ha vuelto cada vez más pesimista respecto a las posibilidades de que la ética pudiera aún tener efectos en la historia.
Troeltsch ha subrayado posteriormente la personalidad cristiana y ha permanecido fiel a la imagen del cristianismo subjetivista: «Lo que queda - y este es el resultado más amplio - es el reino de Dios, que es interno a nosotros» (inwendig in uns).
Esta designación les fue impuesta desde los conventículos conservadores y ortodoxos anteriores a la Primera Guerra Mundial.
Contra estos, se agruparon los teólogos liberales en la 'Liga protestante alemana' (Deutsche Protestantenverein) para contrarrestar la influencia de la ortodoxia luterana y del estado restaurativo, afirmando a contrapelo la coincidencia entre el liberalismo eclesial y el político.
Dicho proyecto encuentra sus inicios en la ilustración, en personajes como Hermann Samuel Reimarus y su discípulo Gotthold Ephraim Lessing.
Tal como Albert Schweitzer definió la búsqueda del Jesús histórico, el proyecto puede comprender la transición que abarca desde Reimarus en el siglo XVIII y que llega hasta los aportes de William Wrede en el siglo XIX.
Ernest Renan fue el primer escritor que tuvo el coraje de representar a Jesús como un personaje meramente humano.
Albrecht Ritschl mantuvo reservas en cuanto al proyecto, pero sus aportes constituyen un punto central de toda la teología liberal.
Martin Kähler protestó al respecto, argumentando que el verdadero Cristo es aquel de quien se habla en toda la Biblia y no una hipótesis histórica.
En el siglo XX, la teología liberal fue devastadoramente criticada desde la teología dialéctica, denominada también neoortodoxia, llevada a cabo especialmente (y con matices que deberían distinguirse claramente) por Karl Barth, Rudolf Bultmann y Friedrich Gogarten.