Catolicismo liberal

Sus propuestas, con mayor o menor éxito, influyeron sobre la Iglesia en la manera de ver las nuevas condiciones político-sociales.Por otra parte, las propuestas neocatólicas durante el siglo XIX, época caracterizada por un dominio de las corrientes tradicionalistas en la institución eclesiástica, tuvieron que soportar resistencias externas e internas, teniendo que adoptar entonces posiciones defensivas.La oportunidad para estas corrientes se dio gracias a que si bien la ciencia moderna había quitado a la religión la posibilidad de explicar el mundo y el destino del ser humano, no había podido aportar por sí misma nada que pudiera reemplazar los valores morales tradicionalmente unidos a la representación religiosa del universo.Las corrientes neocatólicas -que tuvieron su gran centro de difusión en Francia y Bélgica- al tener la característica de ser un cálculo conservador conjugado con una apertura al futuro, causaron controversia tanto en sectores del catolicismo como en el público profano, quien nunca les aseguró un buen porvenir.Los primeros pensadores neocatólicos fueron principalmente Ballance, Chateaubriand y luego Félicité Robert de Lamennais.Posteriormente otros escritores continuaron desarrollando sus legados, aunque tomando opciones que giraron, en torno al socialismo, o hacia el liberalismo, distanciándose mutuamente.Veinte años después ya había expresado la idea de un cristianismo adaptado al presente, sujeto a la ley del progreso público.Apoderándose del pensamiento de los filósofos iluministas y tras dejar a un lado los aspectos considerados exagerados encontró los elementos que podían ser recuperados en beneficio del cristianismo: la filantropía filosófica y el deseo de igualdad que la constituye.A diferencia de Ballanche, Chateaubriand no vio impedimentos teológicos en la alianza con el liberalismo.Lamennais consideraba como una fatalidad el alejamiento de la Iglesia de la ciencia - la cual estaba siendo considerada por los positivistas como lo único válido- aunque confiaba en que este alejamiento no sería definitivo y que más adelante se daría al fin la anhelada conciliación.Estas ideas expuestas en su periódico fueron expandiéndose rápidamente, provocando debates no solo en Europa sino también en América.En lo que respecta a Francia, la actitud de Lamennais en contra del poder temporal provocó un conflicto con la autoridad civil.Así, para buscar apoyo, Lamennais marchó en 1831 hacia Roma, siendo mal recibido; para completar, a su regreso tuvo conocimiento de la encíclica Mirari Vos en la cual el papa Gregorio XVI condenaba ciertas tesis defendidas en L’Avenir, especialmente la libertad de prensa y la separación entre la Iglesia y el Estado.Poco después Gregorio XVI hizo una nueva condena del libro de Lamennais en la encíclica Singulari Nos (1834).No obstante, tuvieron que enfrentarse al creciente poderío del catolicismo tradicionalista y sobre todo, a una facción de este, el catolicismo intransigente, que atacaba cualquier intento de conciliación con el mundo moderno.En cambio, los promotores de un régimen político y social nuevo, apenas podían llegar a él, más que combatiendo la influencia de la institución eclesiástica católica y a veces, al mismo cristianismo.Ese movimiento fue productivo en los países donde los católicos esperaban obtener libertad de acción (como en Alemania y Holanda).El catolicismo liberal francés tuvo asimismo, adherentes en las grandes órdenes religiosas: en los dominicos, gracias a Fr.El catolicismo liberal fuera de Francia tuvo focos importantes en Bélgica, Suiza, Italia, Inglaterra y España.Allí, el padre Antonio Rosmini fue un abanderado de la causa católica liberal a través del periódico Il Resorgimento.