Francisco Ribalta

Inmediatamente debió de trasladarse a Madrid pues su primera obra conocida, los Preparativos para la crucifixión del Museo del Ermitage de San Petersburgo, aparecen firmados y fechados en Madrid en el año 1582.

[1]​ Pocos más datos hay de estos años, aunque su obra posterior evidencia su paso por El Escorial, donde pudo conocer la obra de maestros venecianos como Tiziano y los Bassano, dejándose influir particularmente por Sebastiano del Piombo.

En Madrid, en fecha indeterminada, casó con Inés Pelayo, fallecida en 1601, de cuyo matrimonio nacieron primero dos hijas y en 1597 un hijo, Juan, que con el tiempo llegaría a ser su mejor discípulo.

Entre 1603 y 1605 residió en Algemesí, ocupado en la realización del retablo mayor de su iglesia parroquial, para la que siguió trabajando hasta 1610 en distintos retablos, con evidentes recuerdos de su pasada estancia en El Escorial.

En abril de 1612 fallecía también en Valencia el padre Francisco Jerónimo Simón, beneficiado de San Andrés, quien acabaría siendo conocido por su caridad y su ascetismo, sus penitencias extravagantes y sus encuentros con Cristo camino del Calvario cuando recorría por las noches las calles de la ciudad, reviviendo el camino del Gólgota, aunque en vida había pasado inadvertido.

[18]​ La Inquisición reaccionó con celeridad ante lo que parecía un proceso de beatificación por aclamación popular.

Un nuevo edicto, esta vez de la inquisición valenciana, prohibió finalmente en 1619 todas las imágenes del sacerdote.

En 1945, ya en la National Gallery, la obra fue limpiada de los repintes que ocultaban la figura del padre Simón.

Por otro lado, como observa Fernando Benito Domenech, «el pretendido "caravaggismo" en Francisco Ribalta, de admitirse, hay que verlo como producto de segunda mano y siempre servido con técnica veneciana».

[23]​ El tenebrismo en Ribalta se había manifestado de forma precoz, pero siempre vinculado a lo que había podido ver en El Escorial, y ni sus tipos humanos ni su desinterés por la objetividad de la materia lo acercan a Caravaggio.

Entre ellos estaba Jerónimo Rodríguez de Espinosa, padre de Jerónimo Jacinto Espinosa, que declaraba conocerle desde hacía treinta años, cuando ambos residían aún en Castilla, quien alegaba también como impedimento la quebrantada salud del pintor.

Todos ellos concordaban, además, en que tras la expulsión de los moriscos no eran buenos tiempos para la pintura en Valencia.

Es probable, en cambio, que viajase en esos años a Madrid, donde pudo conocer las últimas tendencias naturalistas representadas por artistas como Orazio Borgianni, pues en 1623 Angelo Nardi, residente en Madrid, declaraba al contraer matrimonio que Ribalta le debía algún dinero.

El elogio se venía así a sumar al que le había dedicado ya en 1602 en La hermosura de Angélica:

La Visión del ángel músico, según una leyenda narrada por san Buenaventura, de la que se conocen algunos dibujos previos, debió de alcanzar gran predicamento pues se conoce una versión posterior del propio Ribalta actualmente conservada en el Wadsworth Atheneum en Hartford (Connecticut), en formato apaisado y con mayor atención a los objetos de naturaleza muerta presentes en la celda del fraile.

[27]​ Más extraña resulta la iconografía del San Francisco abrazando al crucificado, para la que no existen fuentes literarias.

Alude así al camino de mortificación elegido por San Francisco y, con él, por los propios frailes capuchinos, cuyo desprecio por las glorias terrenas y el rechazo de los vicios se simboliza con la pantera coronada sobre la que se pone en pie el santo, acompañada de otros seis felinos coronados y abatidos en la parte inferior: los siete pecados capitales.

Ribalta, sin embargo, ha sabido transformar la imagen visionaria y cargada de simbolismo en un hecho concreto, por el realismo con que capta a sus protagonistas y por el sabio empleo de la luz, calificado por Benito Domenech como «uno de los más espléndidos logros del primer naturalismo español», destacando a los personajes principales y oscureciendo a los secundarios para hacer así patente la invisible presencia del Creador compatible con el naturalismo de lo representado.

Es probable que el encargo viniera precedido por la realización del Abrazo de Cristo a san Bernardo (Museo del Prado), localizado en la celda prioral donde Antonio Ponz lo alabó como «lo más bello, bien pintado y expresivo que pueda darse de Ribalta».

Para David Kowal únicamente podrían atribuirse a Francisco Ribalta con seguridad los evangelistas Lucas, Mateo y Juan, que ocupaban los pedestales, y el San Bruno del cuerpo principal, «testigos de la invulnerable destreza del maestro».

Su muerte sin testar provocó disputas entre sus hijos Juan y Mariana, monja, que le sobrevivieron poco tiempo, pues Juan moría el 9 de octubre del mismo año y su hermana el 2 de marzo del año siguiente.

San Lucas , óleo sobre lienzo, 83 x 36 cm, Museo de Bellas Artes de Valencia . Procedente del retablo de Porta-Coeli, en la figura del evangelista sin orla, que pinta el retrato de la Virgen de las tocas , suele verse un autorretrato del pintor.
Los preparativos de la crucifixión (1582), óleo sobre lienzo, 144 x 103 cm, San Petersburgo , Museo del Ermitage . Firmado ostentosamente cuando el artista contaba poco más de dieciséis años, el lienzo pudo ser pintado como carta de presentación o diploma para alcanzar el grado de maestro.
Última Cena o Institución de la Eucaristía , óleo sobre lienzo adherido a tabla, 478 x 266 cm, Valencia, Colegio del Patriarca , retablo mayor (detalle). Centrada en el instante de la consagración , la Cena de Ribalta guarda según Antonio Palomino estrecha relación con la posteriormente pintada por Vicente Carducho para las Carboneras de Madrid.
Visión del padre Francisco Jerónimo Simón (1612), óleo sobre lienzo, 211 x 311 cm, Londres , National Gallery . Las representaciones del padre Simón, aclamado como santo por el pueblo de Valencia, fueron prohibidas por la Inquisición en 1619.
Cristo abrazando a san Bernardo , óleo sobre lienzo, 158 x 133 cm, Madrid, Museo del Prado .
Visión de San Francisco del ángel músico , óleo sobre lienzo, 204 x 158 cm, Madrid, Museo del Prado .
San Bruno , óleo sobre lienzo, 181 x 79 cm, Museo de Bellas Artes de Valencia .