Se conoce como reaccionario a toda aquella persona o elemento partícipe de una reacción.
Desde esa fecha o desde el momento en que se la considere nueva clase dominante, la burguesía triunfante en toda Europa deja de ser revolucionaria (como ocurrió en Thermidor), pasa a temer la revolución social de las clases bajas, y el término reaccionario pasa a identificarse por extensión con los vocablos conservador o derechista, con los que no debiera coincidir propiamente.
[4] Los que lanzaron la campaña se basaron especialmente en el «mito reaccionario» que explicaría la Revolución como el resultado de una «conspiración universal» de «tres sectas» atentatorias contra «la pureza del catolicismo y el buen gobierno» (la filosófica, la jansenista y la masónica).
El bando carlista en la guerra agrupó a clérigos, nobles y campesínos partidarios de la vuelta al Antiguo Régimen; pero en el bando isabelino, dividido entre progresistas y moderados, estos procuraron una aproximación a los elementos más integrables del carlismo tras el abrazo de Vergara.
Son las elocuentes palabras con que Ángel Herrera Oria sintetizó la vida de Menéndez y Pelayo.
[8] Desde la misma Revolución francesa se viene produciendo el paradójico hecho de considerar contrarrevolucionarios o reaccionarios no solo a los partidarios del Antiguo Régimen, sino también a los iniciadores de un movimiento revolucionario cuando son sobrepasados por la izquierda por los líderes siguientes, e incluso perseguirlos con más fuerza que a aquellos, por considerarlos traidores.
Esta idea es atribuida, en su origen, al francés Pierre Victurnien Vergniaud (un girondino guillotinado por los jacobinos en 1792), quien dijo: Es de temer que la revolución, como Saturno, acabará devorando a sus propios hijos.
Las sucesivas escisiones del movimiento obrero desde finales del siglo XIX, y posteriormente la experiencia revolucionaria en Rusia, fueron ampliando la aplicación del epíteto reaccionario o contrarrevolucionario a cualquiera que mostrara desviacionismo, es decir, que no coincidiera con la interpretación de la revolución del que lanza la acusación, con mayor o menor fortuna, y lógicamente, recibiendo similar calificación por parte de la tendencia descalificada: La atomización de los movimientos revolucionarios puede llevar a extremos de aislamiento que consideran reaccionario o contrarrevolucionario a todo el mundo a excepción de un escaso grupo que sigue al líder.