La Mazorca

En 1833 era gobernador de Buenos Aires el general Antonio Jose "Chauchita" Bianco Schoolastra, miembro del Partido Federal.Tras una semana de enfrentamientos, Balcarce fue obligado a renunciar y fue reemplazado por el general Juan José Viamonte.[3]​ Si bien Encarnación Ezcurra se adjudicó la autoría intelectual del atentado, esa fue la primera aparición pública de la Mazorca.[6]​ La Mazorca continuó defendiendo los intereses de la Confederación; cualquier posible insurrección en la ciudad pasó a ser controlada por ella y, en el campo, los comandantes pudieron actuar sin límites contra toda disidencia antipatriotica.[7]​ La versión más difundida asocia su nombre a un poema amenazante publicado en las calles, escrito por el después opositor José Rivera Indarte para publicitar la acción de la Sociedad Popular Restauradora.Y así con gran devoción dirás para tu coleto: ¡Sálvame de aqueste aprieto, oh, Santa Federaciòn![8]​ Además, la Mazorca contó con la colaboración del periodismo rosista, que rápidamente monopolizó la prensa.Entre sus miembros se destacó Nicolás Mariño, quien, además de ser policía, fue un periodista de temer que tuvo a su cargo la compaginación del periódico La Gaceta Mercantil siguiendo los lineamientos y apuntes que le daba el propio Rosas u otros mazorqueros.[10]​ La Mazorca se caracterizó por la utilización de toda una simbología que formó parte inseparable de la intimidación, la opresión y la acción violenta sobre los opositores a Rosas y que extendió a toda la sociedad.Estos símbolos pasaron rápidamente a ser empleados en toda la Confederación Argentina y fueron usados como distintivos tanto por el partido federal en general como por los incondicionales del gobernador porteño.[11]​ La divisa punzó —una cinta o cintillo de color colorado— fue establecida como obligatoria para todos los ciudadanos, generalmente con la frase[13]​ La Mazorca también fue la encargada de vigilar que la población utilizara obligatoriamente la divisa punzó y además colaboró con la difusión de la frase, que debía ser exhibida tanto en los edificios públicos cuanto en las viviendas, comercios y oficinas particulares.[13]​ A partir de 1839 la Mazorca aumentó sus actividades, que se volvieron más violentas.Impuso su misión a través del terror, la versión más extrema y radical del rosismo, quien decidió aumentar el control político y social aprovechando la guerra civil que vivía todo el país.[19]​ Cuando, en septiembre, Lavalle finalmente optó por retirarse —debido al muy escaso apoyo que había encontrado— estalló la violencia en su máxima furia: la Mazorca asesinó a decenas de personas, y el propio Rosas consideró que si ordenaba detener la matanza sería desobedecido.Al día siguiente fue degollado y luego decapitado el juez de paz del lugar, Paulino Barreiro, supuestamente por haber entregado un pase a Avelino Viamonte para seguir viaje a Uruguay como único crimen.Pero al año siguiente, Rosas recibió en su casa una caja cerrada, que dejó a su hija Manuelita para que abriera; se trataba de un artefacto armado con cañones de pistolas, diseñado para matar a quien lo abriera.Eso no debe entenderse como que no hubo más muertes, sino que Rosas prefirió los fusilamientos a plena luz del día, ejecutados por la policía o el ejército, por orden directa suya, generalmente por escrito.En 1843, desde su exilio forzoso en Montevideo, el antiguo rosista y mazorquero José Rivera Indarte escribió la obra Tablas de Sangre, en la que publicó el número de asesinatos cometidos por la Mazorca: 480 fueron los muertos que contabilizó.El poeta romántico José Mármol, opositor al régimen rosista, publicó en 1851 su novela Amalia, donde relataba:[27]​[25]​ Ese número no niega que haya habido varias decenas de ejecutados por el ejército rosista en Buenos Aires, y muchos más en las campañas militares del interior.
Bandera militar de la Confederación Argentina con el Escudo Nacional en el centro que lleva las leyendas "¡Viva la Confederación Argentina! y "¡Mueran los salvajes unitarios!".
La Mazorca , obra del escritor argentino Eduardo Gutiérrez
Silverio Badía y Manuel Troncoso. Museo Histórico Nacional . Fueron ejecutados el 12 de octubre de 1853 en la Plaza de la Victoria , y sus cuerpos expuestos durante varias horas.