[10] Poco después, se creó La Mazorca, brazo armado de la Sociedad, y ésta presionó a todos los gobiernos interinos, asegurándose Rosas el deseo público de que se hiciera efectivo su retorno al gobierno y provocando que la Junta de Representantes, la encargada de designar gobernadores, viera a su esposo como la única opción para restablecer el orden social en la provincia.
[12] Es particularmente notable que en aquella época, signada de prejuicios y con nula participación femenina en la política, una mujer haya logrado tan altas responsabilidades.
Sin embargo, su figura se vio opacada por ser la inspiradora de las vigilancias, persecuciones, acusaciones, encarcelamientos y demás actos de violencia cometidos por la temible Mazorca.
[16][17] Amada por muchos y odiada por otros, Encarnación Ezcurra fue una compañera fundamental para su marido Juan Manuel de Rosas.
Fue madre de sus hijos Juan Bautista Rosas, María de la Encarnación Rosas y Manuela Robustiana Rosas y madre adoptiva de Pedro Pablo Rosas y Belgrano -hijo de la unión entre el General Manuel Belgrano y María Josefa Ezcurra-, y quien, junto a su marido, trabajaron desde su ocupación para el gobierno de Buenos Aires.