La conquista de Granada no hubiera sido posible sin dos nuevos factores impulsados por los Reyes Católicos.
En 1494 Carlos entró en Italia y, en su camino a Nápoles, invadió las tierras papales en violación de su pacto con los Reyes Católicos.
Los conquistadores españoles usaron la tecnología militar perfeccionada durante la Reconquista y las guerras europeas para derrotar las mucho más numerosas fuerzas indígenas.
En 1704 se mandó crear cien regimientos de milicia; una novedad que incorporaba esta ordenanza la aparición en España del servicio militar obligatorio: si las plazas no se cubrían completamente con voluntarios, otros vecinos elegidos por sorteo podían ser obligados a prestar servicio para completar la plantilla.
La ejecución del rey francés hizo que las cortes europeas, incluida la española, declararan la guerra a la Convención Nacional.
[12]: 575–576 En 1805 Napoleón Bonaparte planeó una expedición conjunta de las armadas españolas y francesas al Caribe con el fin atraer a la flota británica, para que así quedaran desguarnecidas las costas británicas y fuera posible la invasión del Reino Unido por los ejércitos napoleónicos.
Estos dos cuerpos entraron en España sin solicitar permiso al gobierno español, en violación de lo acordado en Fontainebleau.
Carlos IV, alentado por Murat a recuperar su trono, también salió hacia Bayona el 25 de abril, escoltado por carabineros y tropas francesas.
Los soldados franceses hicieron una descarga nada más llegar, y esto provocó un levantamiento popular en toda la ciudad.
[13]: 284–373 Los franceses continuaron avanzando para ocupar Andalucía, y derrotaron a un nuevo ejército español en la batalla de Medellín.
Wellington continuaba su campaña en Francia, apoyado por el Tercer y Cuarto Ejércitos que volvieron a cruzar la frontera.
[11]: 284–296, 310–312 Tras finalizar la guerra unas tres cuartas partes de los hombres en armas fueron licenciados sin sueldo, unos 150 000 soldados, casi 10 000 oficiales y 440 generales.
También disolvió los tres regimientos suizos del Ejército, estipulando que sus miembros pudieran pasar a otros unidades si tomaban la nacionalidad española.
La intervención gozó de considerable apoyo popular, con numerosos voluntarios vascos y catalanes alistándose para la lucha.
A lo largo del siglo cambiaron las exenciones, originalmente hidalgos estaban exentos, así como vascos e hijos de familias pudientes, estos últimos cuando pagaban por un sustituto o una redención en metálico.
Durante su reinado se crearon ochenta batallones de reserva, formando veinte brigadas, que encuadraban a soldados licenciados.
[8]: 147–149 El gobierno republicano formó un ejército expedicionario al mando del general Manuel Pavía para sofocar la rebelión en Andalucía, y otro al mando del general Arsenio Martínez Campos para hacer lo mismo en Valencia y Murcia.
Al declararse la Primera Guerra Mundial, España, que no formaba parte de ninguna de las dos alianzas enfrentadas, decidió declararse neutral, ya que no tenía ni motivos ni recursos suficientes para participar en la guerra.
Inicialmente la guerra benefició a la economía española, al incrementarse la demanda de sus productos, pero también generó inflación, dificultó el comercio y redujo la emigración, con lo que se acabaron agudizando los problemas sociales.
Esta reforma fue liderada por Manuel Azaña, ministro de la guerra y posteriormente también presidente del gobierno.
La constitución también estableció que el Estado podía exigir a todo ciudadano la prestación de servicios civiles o militares.
El gobierno también procedió al ascenso automático de los suboficiales y oficiales profesionales que se hubiesen mantenido leales.
Se eliminaron los empleos de brigada, suboficial y alférez, pasando los sargentos ascendidos directamente a teniente.
[31]: 252–258 Los sublevados acabaron imponiéndose, pero su victoria les costó mucho más esfuerzo y tiempo de lo que habían pensado.
En 1942 se volvió a abrir la Academia General Militar para formar nuevos oficiales profesionales, no solo técnicamente sino también ideológicamente.
[43]: 220–221 El pobre estado del material militar existente, muy desgastado tras su uso en la guerra y casi sin repuestos, no permitía la intervención directa en una posible guerra a no ser que España recibiera suministros suficientes para equipar y mantener a sus fuerzas armadas.
España se vio forzada a hacer lo mismo, lo que significó la desaparición del Ejército de África.
[47] La llegada de ayuda estadounidense influyó a que en 1958 se organizaran tres divisiones experimentales según el modelo «pentómico».
[54] Este último fracasó gracias a la intervención del rey, al que se mantuvieron leales la inmensa mayoría de los altos mandos militares.
En esta reforma desaparecieron finalmente las capitanías generales, siendo sustituidas por mandos regionales, y se planeó una mayor profesionalización de la tropa.