[4] La cantidad considerada normal en la especie humana fluctúa entre 4 500 000 (en la mujer) y 5 400 000 (en el hombre) por milímetro cúbico (o microlitro) de sangre,[5] es decir, aproximadamente 1000 veces más que los leucocitos.
La célula ha perdido su ARN residual y sus mitocondrias, así como algunas enzimas importantes; por tanto, es incapaz de sintetizar nuevas proteínas o lípidos.
Su citoplasma contiene en mayor parte el pigmento hemoglobina, que les concede su característico color rojo (que puede ser más oscuro dependiendo de su oxigenación) y es el responsable del transporte de oxígeno.
Esto se debe a que los glóbulos rojos del resto de vertebrados todavía poseen núcleo.
La hemólisis es la destrucción de los hematíes envejecidos y sucede en los macrófagos del bazo e hígado.
Esta transporta los dímeros al hígado, donde posteriormente son catabolizados a bilirrubina y se excretan.
Los eritrocitos también pierden sus mitocondrias y utilizan la glucosa para producir energía mediante el proceso de glucólisis seguido por la fermentación láctica.
Por tanto, como cabría esperar, su maduración y producción resultan muy afectadas en casos de deficiencias nutricionales importantes.
El núcleo paulatinamente se vuelve picnótico, y es expulsado fuera de la célula en la etapa ortocromática.
La membrana del eritrocito en un complejo bilipídico–proteínico, el cual es importante para mantener la deformabilidad celular y la permeabilidad selectiva.
Al envejecer la célula, la membrana se hace rígida, permeable y el eritrocito es destruido en el bazo.
[8] La membrana del eritrocito tiene varias funciones que ayudan en la regulación superficial de la deformación, flexibilidad, adhesión a otras células y reconocimiento inmunológico.
La membrana del eritrocito está compuesta por una bicapa lipídica, similar a la que se encuentra prácticamente en todas las células humanas.
La composición lipídica es importante debido a que define muchas propiedades físicas como la permeabilidad y la fluidez.
Estas estructuras ricas en colesterol y esfingolípidos están asociados a proteínas de membrana específicas, como la proteína G.[13][14] El metabolismo del glóbulo rojo es limitado, debido a la ausencia de núcleo, mitocondria y otros orgánulos subcelulares.
La glucosa penetra a la célula mediante difusión facilitada, un proceso que no consume energía.
El glutatión reducido protege a la célula contra muchas lesiones producidas por agentes oxidantes permanentes.
La metahemoglobina reductasa, en unión con el NADH producido por la vía Embden–Meyerhof, protege al hierro hemo de la oxidación.
También transporta el oxígeno desde los pulmones (o desde las branquias, en los peces), donde la sangre lo capta, hasta los tejidos del cuerpo.
Cuando la hemoglobina se une al CO2 para ser eliminada por la espiración, que ocurre en los pulmones, recibe el nombre de Carboaminohemoglobina (también se denomina desoxihemoglobina a la hemoglobina cuándo no está unida al oxígeno).