Antonio Beltrán Casaña

Destacó por su participación en la fallida sublevación de Jaca y por su actuación durante la guerra civil española, en la que mandó sucesivamente varias unidades del Ejército republicano: el Batallón «Cinco Villas», la 72.ª Brigada Mixta y la 43.ª División, unidad con la que tuvo un destacado papel en la Bolsa de Bielsa.

Cuando poco después se organice una expedición militar punitiva estadounidense al mando del general John J. Pershing para castigar la invasión, Antonio Beltrán decide abandonar el Ejército revolucionario para trasladarse a Canadá, donde trabaja como leñador.

Junto a Francisco Cavero como socio organiza diversos negocios relacionados con el transporte y contrabando, especialmente una empresa de transporte de viajeros, iniciándose su relación con medios políticos republicanos.

Beltrán le ofrece su plena y total colaboración; se encargará de la requisa de camiones con los que se desplazará hasta Huesca la columna rebelde que lo hará por carretera.

Los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández son fusilados tras un juicio sumarísimo que dura tan sólo 40 minutos.

Antonio Beltrán, que se encuentra en Canfranc, decide pasar la frontera hacia Francia, mientras son detenidos su mujer y sus padres, pidiendo su ejecución grupos de falangistas).

Será el Batallón Cinco Villas, también llamado 2.ª Brigada aragonesa, al que se unen algunos anarquistas de la zona que hasta ahora luchaban en el frente de Madrid.

Esta unidad se une pronto al grupo de Antonio Beltrán, que empieza a ser conocido como Batallón Alto Aragón o 1.ª Brigada aragonesa.

La 43.ª División es reorganizada en Figueras y Gerona, siendo inmediatamente adscrita al Ejército del Ebro que los mandos republicanos están organizando con vistas a la preparación de una ofensiva, lo que será la batalla del Ebro.

Tras un intenso bombardeo previo, cinco divisiones asaltan las posiciones republicanas, con lo que la 130.ª Brigada Mixta, que ocupa el sector, ve morir al jefe de la Brigada, a su comisario político y a todos los comandantes de batallón salvo uno.

Todas las unidades retroceden combatiendo, y quedan completamente desorganizadas, siendo imposible ya la resistencia organizada.

Antonio Beltrán se retira con restos de la unidad hacia Reus, alcanzando luego Tarragona y Barcelona por la línea costera.

Al pasar lista en Montjuïc, sólo le quedan a la 43.ª División unos 300 hombres.

Durante su estancia en la URSS, junto a otros antiguos mandos del Ejército Popular Republicano, es destinado para ampliar estudios en la Academia Militar Frunze, así llamada en recuerdo del bolchevique Mijaíl Frunze.

[1]​ En febrero de 1946, acabada ya la Segunda Guerra Mundial, Antonio Beltrán es autorizado por Moscú para dirigirse a Francia.

Así pues, tras un breve paso por Yugoslavia (no hay que olvidar que Tito había sido un colaborador de las Brigadas Internacionales), Antonio llega a Francia, asentándose en la ciudad de Toulouse.

No será hasta junio de 1952 cuando regrese al continente, vía Marsella.

[1]​ En 1953 Antonio Beltrán cruza el Atlántico, iniciando un periplo latinoamericano, que discurre por Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Perú y Cuba, para acabar viaje en el Reino Unido, donde a principios de 1955 solicita asilo político, que le es denegado.

Sería enterrado en el Panteón Español de México, con su ataúd envuelto en la bandera tricolor republicana.

El ministro Manuel de Irujo visita la Bolsa de Bielsa (junio de 1938). Beltrán es el 3.º por la derecha, junto a Irujo.