Durante el dominio carolingio también se fortificó está vertiente para evitar las incursiones sarracenas a través del Somport, pues el paso había sido empleado durante la fallida invasión musulmana al reino franco, que desembocó en la batalla de Poitiers de 732.
Durante este periodo condal surgen pequeñas aldeas en la zona alta del valle adosadas a la vieja calzada romana, que acabarán despobladas relativamente pronto debido a la rápida importancia que adquiere Canfranc durante los primeros años del reino aragonés.
Es posible que, al igual que ocurre en todos los valles de la comarca jacetana, hubiese más aldeas en la zona que a los pocos siglos acabaron siendo pardinas, las cuales no aparecen reflejadas en la documentación, esto se puede relacionar con el hecho de que apenas se conserven iglesias prerrománicas y aldeas anteriores al año 1000 en el condado aragonés, pues es sabido que este territorio de montaña fue fuertemente asolado por las razias de Almanzor.En la primera mitad del siglo XI y a la vera del Camino de Santiago francés, nació Canfranc como un pueblo-calle fronterizo.
A mediados del siglo XIX, el geógrafo e historiador Pascual Madoz refiere que Canfranc contaba con 84 casas distribuidas en dos hileras, formando una calle y una pequeña plaza.
Señala que sus cultivos principales eran trigo, avena y algo de azafrán, obteniéndose buenas patatas pero escasas verduras.
Los carabineros y la Guardia Civil no se opusieron al golpe, pudiendo conservar sus puestos, siguiendo con su misma labor, pero con la orden de detener a todos los republicanos huidos, por lo que, a partir de entonces, hubo mayor presencia militar e investigaciones.
Su estación internacional también quedó controlada por militares, pronto se cerró el tráfico por vía férrea con Francia y los artificieros nacionales tapiaron con ladrillos y escombros la boca española del túnel después de haber sembrando con minas antipersona su interior.
Aquella repentina obsesión por controlar y bloquear el acceso por tren era la materialización del temor real de Franco a una posible intervención francesa por Somport en ayuda de la República, pudiendo amenazar su actual retaguardia y plaza fuerte en los Pirineos, ya que el frente pirenaico se encontraba en esos primeros momentos en los valles y pasos de la Canal Roya e Izas.
Estos experimentados combatientes de Canfranc fueron muy valorados y respetados entre los resistentes franceses.
En la invasión republicana de los Pirineos, meses después, murió en combate Cavero, su comandante y amigo inseparable desde la infancia, lo que alejó a los supervivientes de la lucha armada contra Franco, viviendo exiliados hasta 1975.
Antonio Beltrán, legendario general de "la heroica" 43° División republicana en Bielsa, partió al acabar la guerra como instructor militar del Ejército Rojo en la URSS, muriendo exiliado en México en 1960.
Cuando el tren de Francia, los pasajeros debían bajarse para cambiar al tren español que esperaba en el otro andén (en Canfranc se realizaba el cambio de ancho de vía, del europeo al español), para ello tenían que cruzar obligatoriamente por las aduanas, donde los carabineros y soldados alemanes realizaban detenciones y registros rutinariamente.
Las autoridades alemanas controlaron el tráfico de pasajeros y mercancías en tren por el túnel ferroviario de Somport hasta Francia hasta principios de 1944, además, la Gestapo realizaba repentinas inspecciones a los pasajeros en los andenes y trenes franceses, llegando a detener a varias personas, que eran custodiadas hasta el mando de la Gestapo y puesto avanzado alemán en la otra boca del túnel, también se encontraban habitualmente algunas patrullas por las calles de Canfranc-Estación y sus numerosas sendas de montaña, que fue, según la documentación donde hubo menos detenciones se documentaron entre las autoridades españolas, contradiciendo la versión que comparten paisanos y guardias civiles, que afirman que era habitual ver a los guardias alemanes registrando o deteniendo huidos errantes por los montes de Canfranc, existe la sospecha entre algunos que estas detenciones en los parajes apartados y remotos de Canfranc (muy frecuentes también en Somport) hubiera terminado trágicamente en una rápida ejecución sin posibles testigos, saltando el trámite de detención, pues ni siquiera se contabilizaron las detenciones en los montes (hecho muy probable y a tener en cuenta según contaban ciertos testigos, pastores y residentes de los montes, vieron o escucharon por los solitarios pastos y bosques, aunque aun no se haya demostrado la existencia de ejecuciones extrajudiciales ni ubicados los supuestos enterramientos).
La familia que siga a España o donde quiera, pero usted está en edad militar.
Se le hizo un modesto entierro y en Canfranc yace este pobre judío húngaro.
Este oficial alemán que se menciona, recordado por la tradición popular con el nombre de Wagner, bien pudo haber sido aquel que, según recuerda Labordeta, le enseñaba latín y estampas postales en Casa Marraco, durante aquellos convulsos veranos en Canfranc.
Estos documentos olvidados del régimen de Franco que habían estado 30 años a la intemperie, a los que cualquier persona podía haber tenido acceso durante todo ese tiempo, fueron recogidos casi al azar por Díaz.
Esto no le impidió ser demandado por Renfe, a pesar de ser Renfe la responsable del abandono y poco control del conjunto histórico de la estación y los documentos que aún albergaba.
Se había demostrado cómo en Canfranc una prueba real y totalmente evidente, revelaba la verdadera posición colaboracionista de la España franquista con la Alemania nazi, no respetando su neutralidad.
Preguntaron a los más ancianos del pueblo si tenían recuerdo de la presencia alemana en Canfranc aquellos años, entre 1942 y 1944, a lo que muchos accedieron a contar lo que recordaban o le habían contado, pues, por aquel entonces, muchos fueron niños y adolescentes, hijos de españoles ferroviarios y carabineros de la estación, cuyos recuerdos son el último testimonio que queda.
Por lo general, hasta 1975 fue un tema comprometido, tan censurado y olvidado por el régimen que quedó relegado al recuerdo de los más mayores.
Este encubrimiento se debe a los esfuerzos de Franco por olvidar el episodio ocurrido en Canfranc, lo que podía suponer un gran escándalo para su nueva imagen internacional y el acercamiento a Estados Unidos durante la Guerra Fría.
La historia fue conocida poco a poco por las nuevas generaciones, realmente era algo que se sabía con mucha certeza entre los más mayores del pueblo, puesto que algunos los recordaban muy bien, pero por mucha certeza de los testimonios y veracidad en sus palabras y recuerdos, esta historia, fuera del pueblo, era completamente desconocidq para cualquiera.
Pese a que el gobierno franquista anunció llevar a cabo una colecta nacional para recaudar fondos, está no se completó, limitándose únicamente a desescombrar y derribar las ruinas, quedando en su lugar solares, en torno a dicha reconstrucción se han denunciado graves injusticias y arbitrariedades, pues las compensaciones económicas y las viviendas en Los Arañones dadas a las familias afectadas distaban mucho de compensar las pérdidas del gran incendio, finalmente tan solo se recuperaron trece de las casas, el barrio de la Trinidad (la entrada sur a Canfranc desde Jaca, abarcaba desde el convento renacentista hasta el cementerio) desapareció completamente, pese a que en aquel desastre no hubo perdidas humanas, las materiales fueron incalculables, perdiéndose gran parte de la rica arquitectura tradicional de Canfranc, de notable influencia bearnesa, hoy en día pocos edificios anteriores al incendio quedan en pie (contando los monumentos, los cuales se preservan todos), Casa Bayona y el pajar de Cochoné son ejemplos de viviendas anteriores al incendio.
En el exterior tiene grandes ventanales que se abren mediante arcos de medio punto.
Considerada una joya del movimiento moderno, plasma en su arquitectura las nuevas tendencias surgidas tras el Concilio Vaticano II: «desornamentación», racionalidad compositiva y funcionalidad.
Otro lugar de interés es el centro A Lurte, término en lengua aragonesa que significa alud, inaugurado en 2001 aprovechando un antiguo edificio forestal.
Era un edificio de planta cuadrada que se alzaba sobre un resalte rocoso enfrente del molino.
En consecuencia, permitía acabar la obra iniciada, levantando una torre fortificada dotada de saeteras y demás elementos defensivos.
Posee un patio interior cubierto y cuenta con un foso de protección con puente levadizo.