Al poco tiempo Charlo se convirtió en el cantor y pianista figura de Radio Cultura.
El caso es que me vinieron a buscar para actuar y grabar.
En esa revista estrenó su tango «Pinta brava» con letra de Mario Battistella y su fox-trot «"Pim...pum, rataplán"».
El señor Améndola, tío de Juan D´Arienzo, era el dueño de esa grabadora, donde quedaron registrados veinte temas, entre ellos cuatro con letra y música del propio Charlo, acompañado en guitarras por Vicente Spina y Miguel Correa.
En ese mismo año es contratado por RCA Victor, y en su primer disco dejó registrados dos tangos suyos: con letra de Celedonio Flores, «Costurerita», con letra de Francisco Brancatti, y «Pobre varón».
Mientras se desarrollaba la temporada, fue a buscarlo el representante Miguel Bucino, quien le informó que Francisco Canaro quería grabar con él en el sello Disco Nacional Odeón, dado que Charlo se había desvinculado de la casa Víctor y ya había grabado para Odeón con la orquesta de Roberto Firpo, aunque esos discos nunca salieron a la venta.
Charlo también realizó grabaciones con la orquesta de Francisco Lomuto, que era artista del mismo sello.
Entre sus más importantes composiciones se pueden citar: Paralelamente, con la orquesta de Francisco Canaro, cantaba los versos de los temas presentados en los concursos que organizaba la Casa Max Glucksmann en el Gran Palace Theatre.
Como compositor desplegó su gran talento de melodista, creando obras importantes en la línea del tango romanza.
Este fenómeno no sólo incrementó su fama, sino que contribuyó al avance del tango de salón en la sociedad porteña.
Gracias a la difusión de sus discos su voz se hizo muy popular en toda América, especialmente en los países limítrofes.
Principalmente en La Habana, Caracas y en Lima su éxito fue tal que lo catapultó a la fama, consagrándolo como sucesor de Gardel.
Su espectáculo "Estampas de Hispanoamérica" tuvo gran suceso en la televisión local, en el Casino Estoril.
También actuó el Hotel Embajador y en la célebre boite de entonces Bico Dourado.
Junto a él se encontraban los tres guitarristas de su conjunto, Olmedo, Arana y Torres.
Charlo compuso música que versificaron los más importantes poetas de su tiempo, como Luis César Amadori, José María Contursi, Esteban Celedonio Flores, Cátulo Castillo, Francisco Bohigas, Homero Manzi, Enrique Cadícamo, y algunos de la generación anterior como José González Castillo, para el tema "El viejo vals".
Habiendo cantado anteriormente con Roberto Firpo; posteriormente con Adolfo Carabelli, con Salvador Ruiz de Luna en España, con Héctor Stamponi, Roberto Pansera, Jaurés Lamarque Pons, Demare-Vardaro y la «Orquesta Típica Victor».
Por otra parte, hasta pocos años de su fallecimiento Charlo actuó en café concerts acompañado por el maestro Virgilio Expósito.
Tal eran sus dotes para este medio masivo de comunicación que no sólo se desempeñó como cantor solista sino que trabajó como locutor con sus propias interpretaciones y anunciando la hora oficial.
Incursionó en un medio tan difícil como el cine, rodeado de primeras figuras y sin desentonar.
En 1935, con Mario Soffici, participa en El alma del bandoneón, donde luce sus cualidades de cantor.
En el rodaje de este film, conoció a la que sería su mujer hasta 1969, Sabina Olmos.
Además en esa oportunidad Gardel le obsequió su sombrero personal y un reloj de pared.
En cuanto podía Charlo visitaba asiduamente Santiago del Estero, alojándose como huésped en la residencia de Homero Manzi.
[3] Durante la dictadura conocida como Revolución Libertadora se prohibió la actuación de figuras por haber tenido contacto con el justicialismo.
Nombres como Rodolfo Sciammarella, Mariano Mores, Carlos Acuña, Tita Merello, Lola Membrives, Eduardo Cuitiño, Sabina Olmos, Charlo y Ana María Lynch, mientras otros fueron borrados por decreto, como Hugo del Carril, que luego estuvo detenido por orden del dictador Pedro Eugenio Aramburu en el penal de las Heras.
Durante el año 1977 y 1987 estuvo conviviendo con Susana Virginia Álvarez, bastante más joven que él, quien fuera hija de un gran músico y escritor amigo, Alberto Álvarez Romero (del Dúo de Los Hermanos Álvarez), con quien trabajó en la década del setenta para que todos los músicos puedan jubilarse como tales (beneficio obtenido desde entonces y hasta la fecha).
Un día conocí a Enrique Lúpiz, que fue el primer argentino campeón de las tres armas en un mismo año.