A lo largo de ese día se organizan en la villa pejina mercadillos callejeros, y diversas bandas y charangas tocan música por toda la ciudad, culminando con un espectáculo de fuegos artificiales desplegado sobre la bahía en la que se enclava el municipio.Es una fiesta que desde sus orígenes ha destacado por su brillante combinación de motivos lúdicos y artísticos .Evolución que se verá potenciada por el progreso experimentado en herramientas y materiales constructivos.En primer lugar se recoge la hoja del magnolio (antiguamente se utilizaba la de la hiedra), unos días antes de la fiesta; a continuación la flor del Clavel (el miércoles), finalizando con la dalia (la víspera).Originalmente pegadas con pez, ahora se sujetan con clavos y palillos de madera.También se premia a los vestidos de las personas que desfilan sobre las carrozas, repartiéndose hasta tres galardones.Por la tarde, a las cinco y media, un estallido de pólvora anuncia el comienzo del desfile.Las carrozas penetran en el circuito –alrededor de la Alameda Miramar-, arrastradas y empujadas por las mismas personas que han pasado toda la noche rematándolas.Iniciada en 1908, su celebración sólo fue suspendida durante la Guerra Civil (1936-1939), trágico evento que marcó un corte en su desarrollo: la fiesta laica, burguesa y un tanto carnavalesca del primer tercio del siglo XX perdió su carácter provocador y algo erótico en la atmósfera nacional-católica de posguerra; mengua que potenciará, sin embargo, el lado más artístico de la gala, participando carrozas de tamaño y complejidad creciente.Sin embargo dos factores vinieron a singularizar la Batalla de Laredo: su origen marítimo y su longevidad.En efecto, fue en el entonces pequeño puerto pesquero donde arraigaría con más fuerza la fiesta, siendo la única con vida continuada desde sus comienzos, en 1908, hasta la actualidad, hecho significativo por no ser una región climatológicamente favorable para el cultivo de flores ornamentales.Los regidores laredanos pensaron, con acierto, que la celebración de una gala floral sería un interesante aliciente para aquellos sofisticados veraneantes.Desde su origen la Batalla estuvo enraizada, así, en los dos factores que moldearon la personalidad de Laredo a lo largo del siglo XX: la pesca y el turismo.Secularización y liberalismo introducidos, sin duda, por las familias burguesas atraídas por las bondades del veraneo, pero también por la pujante clase obrera que se conformó alrededor de la industria conservera laredana.El éxito de la Batalla impulsa, por su parte, una rápida evolución, perceptible en la transformación que experimentan las carrozas.Las sencillos carros parcialmente decorados con flores y hojas dejan paso a complejas y artísticas alegorías engalanadas, sustituyendo los sacos o arpilleras que cubrían las plataformas –adornados con flores y hojas- por "cartolas" (bases de las carrozas ornadas con dibujos, formando así un todo integrado con las figuras cubiertas de flores de colores).La primera edición de la Batalla, tras la guerra, en 1940, significó un nuevo comienzo, en condiciones mucho más adversas que en 1908.Un país devastado, una economía arruinada, una sociedad herida, comunicaciones y transportes en situación lamentable… Los materiales, las herramientas, las cuadrillas… todo se lo había llevado la guerra.En consecuencia, el tono un tanto elitista que envolvió a la Batalla en sus primeros años (la burguesía autóctona y visitante encargaba las carrozas a artesanos locales para el lucimiento de sus vástagos, que desfilaban sobre las creaciones con sus mejores galas) desaparece, transformándose en una fiesta plenamente popular, que recupera con fuerza el carácter festivo y hedonista de sus comienzos.Así, pese a las dudas y sombras que han podido planear en los últimos años, la Batalla de Flores ha logrado alcanzar su primer centenario en agosto de 2008, afrontando con optimismo un prometedor futuro, siempre cambiante pero siempre fiel a sí misma.Lo importante de esta conmemorativa edición es el éxito artístico y participativo logrado, despejando con ello ciertas dudas que parecían planear sobre la Batalla en los últimos años y garantizando la pervivencia de la fiesta en el futuro.