El bulbo, de piel blanca, forma una cabeza dividida en gajos que comúnmente son llamados dientes.
Las flores son blancas, y en algunas especies el tallo también produce pequeños bulbos o hijuelos.
Sin embargo, parece que el término tiene un origen celta y significa "quemar", en referencia al fuerte olor acre de la planta.
Es importante seleccionar los dientes destinados a plantar, debiendo escoger los más sanos y representativos de la variedad para conservar sus cualidades.
Si el objetivo es obtener semillas para una siembra posterior, deben cosecharse cuando las hojas comienzan a marchitarse.
El ciclo completo, desde la germinación hasta la recolección de los nuevos bulbos, tarda aproximadamente ocho meses.
Posee un aroma y un sabor característico que suele acompañar ciertos platos de la cocina mediterránea.
Estos brotes pueden ser preparados como si fueran espárragos, aunque el consumo del bulbo es mucho más habitual.
Generalmente se utilizan secos o semisecos, como ajo deshidratado, verdes (ajetes) y encurtidos.
En la actualidad el ajo es una medicina naturista, al que se atribuyen múltiples efectos farmacológicos, con grado de certeza variable: desde los efectos verificados científicamente en seres humanos, pasando por los evaluados in vivo en animales de laboratorio o in vitro en condiciones controladas, hasta los considerados en medicina tradicional, sin comprobación científica.
Una de las substancias presentes, la alicina, se ha utilizado experimentalmente para combatir la infección por Cryptosporidium en pacientes con SIDA.
Ésta tiene varios efectos benéficos, en cambio si el ajo es cocinado, este compuesto se destruye.
[46] Hay una larga tradición de uso en la medicina herbaria, que ha utilizado el ajo para la ronquera y la tos.
Puede también generar estos mismos efectos en personas que ingieren ajo con el estómago vacío.