En relación con la organización del Estado y la sociedad, tradicionalismo es, según la actual definición de la Real Academia Española, el «sistema político que consiste en mantener o restablecer las instituciones antiguas».
Sin embargo, en sentido estricto esa palabra se ha aplicado solo al carlismo, por ser este el que desde más antiguo y con más intransigencia ha defendido esos principios, uniendo a esta defensa la de los derechos que han afirmado tener al trono Carlos María Isidro de Borbón (hermano de Fernando VII) y sus sucesores, sosteniéndolos unos y otros con las armas en diversas ocasiones.
[5] Según Alexandra Wilhelmsen, los primeros pensadores propiamente carlistas fueron los clérigos Vicente Pou, Magín Ferrer, Atilano Melguizo y Félix Lázaro García, así como el periodista Pedro de la Hoz, director del diario La Esperanza.
[7] Tras la revolución de 1868, que desencadenó el gran resurgimiento del carlismo, Antonio Aparisi y Guijarro sería uno de los más íntimos colaboradores del pretendiente Carlos VII, al que ayudó a redactar su primera exposición doctrinal, la Carta-Manifiesto a mi hermano Alfonso.
[5] Por su parte, José Manuel Cuenca Toribio señala a Donoso, Aparisi y Guijarro, Vázquez de Mella y Víctor Pradera como los nombres más importantes en la conformación del pensamiento contrarrevolucionario en España, si bien sostiene que serían autores como Inguanzo, Vélez, Sardá y Salvany o Castro Albarrán los que hallasen más eco e influencia en el país.
[12] El filósofo catalán Javier Barraycoa, vinculado al carlismo desde su juventud, sería otro ejemplo destacado.