La Esperanza (1844-1874)

[1]​ Poco antes de la fundación de La Esperanza, habían aparecido también en Madrid dos efímeros diarios carlistas fundados por el notario Isidro Ortega Salomón, El Reparador y La Monarquía, que habían tenido que suspender su publicación por problemas legales.[4]​ La Esperanza sostenía, como expresaría después Carlos Luis en el manifiesto de Bourges (1845), que no se podía tratar de volver todas las cosas al primitivo estado, ni destruir todo lo que los liberales habían destruido, ya que eso era imposible y porque, aunque fuera posible, no sería ese el mejor medio de evitar las revoluciones en adelante.[9]​ En 1857 José Castro y Serrano, periodista de la revista liberal-democrática La América, definía a La Esperanza como «el periódico español que se escribe con mas cuidado, y la empresa periodística mas importante de cuantas se han formado hasta ahora».El periódico habría logrado «hacer partido de lo que era secta» y que la gran masa del partido proclamase al diario como «sustentador, organizador y fuerte áncora de su existencia».Con estas palabras, Castro y Serrano descría la importancia que tenía el periódico y el mérito de su director: Al producirse el desembarco carlista de San Carlos de la Rápita en 1860, El Diario Español y otros periódicos ministeriales u oposicionistas como La Discusion, requirieron a La Esperanza que condenara la rebelión del General Ortega, a lo que Pedro de la Hoz contestó con un célebre «no nos da la gana».[17]​ Esta carta produjo gran conmoción, no sólo entre los carlistas, sino también en otros sectores católicos de la sociedad española, convencidos de que la monarquía isabelina no tardaría en caer.Eran los tiempos en que no se podía aludir a los príncipes Carlos y Alfonso sin incurrir en sanción por la censura, y el nuevo director, Vicente de la Hoz, recurrió al eufemismo de llamarles «los Niños Tersos», expresión que más adelante emplearían los liberales para designar a Don Carlos en tono despectivo.[16]​ Durante el Sexenio Revolucionario aparecieron otros periódicos abiertamente carlistas en Madrid y muchos más en provincias.Publicaba en este año dos ediciones: una para Madrid, grande, del tamaño antes citado, y otra económica, de 49 por 34 centímetros.Castelar ofreció a los carlistas un indulto general, cien diputados y libertad de acción en el régimen republicano, a cambio de que depusieran las armas.[1]​ Fue entonces cuando Vildósola pudo fundar un nuevo periódico carlista, La Fé (1875-1891),[1]​ al que se incorporó Vicente de la Hoz tras regresar del exilio en 1877.En la parte literaria, el diario La Esperanza se propuso reproducir en su folletín novelas que exaltasen la virtud y la compasión con autores como el cervantino Walter Scott y otros anglosajones como Edward Bulwer-Lytton, Washington Irving, Charles Dickens, Frederick Marryat o G. P. R. James, cuyas producciones literarias eran de «moralidad, instrucción y agrado», rechazando expresamente otros novelistas de la época como Eugène Sue, George Sand o Victor Hugo, cuyas obras fueron calificadas por el periódico como «monstruosos engendros transpirenaicos».[27]​ Muchas de las novelas publicadas eran traducidas al castellano por redactores del periódico como T. B. Bereterrechea.[62]​ Navarro Cabanes menciona asimismo como redactores a José Cosgaya (administrador en 1870) y Francisco Isla.
Pedro de la Hoz (1800-1865)
El carlista de La Esperanza (también El conspirador carlista ), de Valeriano Domínguez Bécquer , 1856.
Anuncio de la Biblioteca de La Esperanza (1853)