Antonio de Arjona

Su padre, José Manuel de Arjona, persona de influencia en la Corte por su carrera y mérito personal, quiso que su hijo Antonio se dedicara a la carrera de las armas, y al efecto dispuso que tomara la instrucción suficiente y adecuada desde los primeros años.

[1]​ Desde el campo de batalla de Amezagaña pasó en comisión cerca de Bilbao, y le tocó asistir al desenlace del conflicto en que España y Europa toda tenía fijos los ojos; y en aquella lúgubre noche, después del combate de Luchana, en el cual tomó parte mandando la brigada valenciana, en medio de la confusión, del desorden inmenso que la derrota introdujo en el campo carlista, Arjona tuvo el ánimo bastante sereno y el corazón bastante tranquilo para salvar la artillería del furor de los vencedores.

[1]​ Tras organizarse la expedición de Don Carlos, Arjona tomó parte en ella, siendo nombrado secretario militar de campana del Infante Don Sebastian Gabriel, con quien asistió a las batallas sangrientas de Huesca y Barbastro, y a las acciones de Sampedor, Cherta, Chiva, Mosqueruela y otras; en esta última recibió dos heridas graves, y teniéndose en cuenta el valeroso comportamiento de Arjona, éste fue ascendido a brigadier, y obtuvo una condecoración.

[1]​ Extinguidas ya las postreras llamaradas de la guerra, en julio del año 1841, Arjona pidió licencia para entrar en España de paisano, y le fue concedida; viviendo como tal hasta que, publicado el decreto de revalidación, se acogió a él para legalizar su situación y hallar los recursos que necesitaba para trabajar por el carlismo en el terreno político.

No obstante, se reconciliaría con La Hoz pocos años después.

[2]​ De acuerdo con la mencionada biografía, tras el fracaso del alzamiento en el momento decisivo, Arjona fue objeto de acusaciones miserables de «los ojalateros del partido carlista», y se vio en una penosa situación, «gravemente comprometido, recluso y desesperado con tan amargo desengaño», que le llevaría a enfermar mortalmente.