Una isla es una porción de tierras naturalmente emergidas completamente rodeadas por agua.
Un conjunto de islas geológicas o geográficamente relacionadas se llaman archipiélagos.
Para lo perteneciente o relativo a una isla o sus habitantes, se utilizan los adjetivos «insular», «insulano» e «isleño», procedentes los dos primeros de la etimología de la palabra «isla», que se formó a partir del vocablo latino insŭla.
Son elevaciones de la plataforma continental y están compuestas por los mismos materiales litológicos.
En el pasado geológico, en el que el nivel del océano había descendido, muchas de ellas estuvieron unidas al continente.
Ejemplos notables: Otro caso son las islas que a su vez son microcontinentes, es decir, porciones de Pangea que no se fusionaron con los continentes actuales.
Se forman cuando el coral crece hasta la superficie del océano, desde plataformas submarinas no muy profundas, siendo muchas veces conos volcánicos.
Estos sedimentos se van depositando formando montículos en lagos, lagunas, u otros ríos donde la corriente pierde velocidad.
Por ejemplo, los bosques inundados temporalmente tienen características muy heterogéneas en áreas pequeñas; estos bosques no son estables, pues están sujetos a cambios causados por el crecimiento y avance del cauce el río.
Casi todas las islas de la Tierra son naturales y se han formado por fuerzas tectónicas o erupciones volcánicas.
[13] La complejidad de este simbolismo se presta a situar en las islas historias con valor iniciático, en las que el héroe debe afrontar un gran riesgo, enfrentándose a dificultades de todo tipo (monstruos, trampas, tentaciones, enemigos) para alcanzar el conocimiento de sí mismo, la madurez o un tesoro material.