Tercer bombardeo de Buenos Aires

Representó el fin del armisticio pactado pocos meses antes y tuvo por justificación forzar al gobierno revolucionario, el Primer Triunvirato, a retirar todo apoyo a las milicias rebeldes de la campaña de la Banda Oriental.El daño que experimentó la ciudad no fue de consideración en sus edificios y sólo dos personas fueron heridas por las bombas.Sin embargo ese mismo día se presentó nuevamente la escuadra de Michelena.[8]​ Primo de Rivera pudo dar ancla sin oposición frente al muelle.Sin mediar parlamento o intimación alguna abrió fuego a bala rasa sobre las baterías, el queche Hiena al mando de Tomás Taylor y una cañonera patriota.Como en las anteriores ocasiones el entusiasmo del vecindario fue evidente concentrándose en la ribera y en la Plaza Mayor.Otros recorrían la zona bajo fuego para recoger los proyectiles arrojados por el enemigo y ponerlos a disposición de las baterías.[9]​ El gobierno emitió una proclama celebrando el fracaso del nuevo ataque: No hubo nuevos bombardeos al Buenos Aires: habían fracasado en todo aspecto, desperdiciado recursos escasos y fortalecido al enemigo.Tanto el primero, que pretendía atemorizar al vecindario y obligar así al gobierno a someterse a las condiciones de Elío, como los restantes que se concentraron en mayor medida en aniquilar tempranamente las escasas fuerzas navales patriotas antes que dejaran de ser una molestia para la escuadra bloqueadora y se convirtieran en una amenaza[10]​ no lograron sus objetivos e incluso fueron contraproducentes: los daños fueron mínimos, se fortaleció el patriotismo de los ciudadanos y los realistas cedieron incluso la victoria moral a sus adversarios faltando a las normas de guerra cuando menos en el primer ataque, al bombardear sin aviso una ciudad indefensa.
Puerto de Buenos Aires.
Cornelio Saavedra.
Gaspar de Vigodet.
Miguel de Azcuénaga.