Bombardeo de Corrientes de 1811

En los siguientes días además del único barco paraguayo detenido y para evitar sorpresas exigió algunas naves correntinas.

[4]​ Galván se retiró y no paró hasta la Bajada y por orden de Belgrano dejó en Corrientes al regidor del cabildo local Ángel Fernández Blanco para que se entendiera con los paraguayos.

Al conocerse este hecho, Rojas, que era uno los principales conspiradores y que venía trabajando con Fernández Blanco, apresó a unos 100 españoles en la ciudad y se apoderó de 13 barcos.

El 10 de julio, la flotilla amenazó desembarcar en Rosario para proveerse de víveres, por lo que su población se retiró tierra adentro con el ganado vacuno y otros alimentos para que no cayeran en poder enemigo.

Al mismo tiempo Rojas envió otra comunicación a Yegros para informarle sobre el arribo de la flota:

Sin embargo, el 21 de julio, Clemente intentó desembarcar enviando un lanchón con hombres armados.

[8]​ El 23 de julio Clemente comunicó al cabildo que desde hacía 12 horas esperaba un parlamentario y como esa corporación respondió vagamente ordenó el cañoneo de la ciudad, que duró una hora y tres cuartos arrojando 120 proyectiles y produciendo poca destrucción en las edificaciones, pero sí algunos daños en los barcos amarrados en el puerto, que debieron retirarse.

Cuando Clemente arribó a Goya se le sumaron otros barcos comandados por el alférez de navío José Aldana que ya se encontraba allí y que iba en su ayuda.

La oportuna llegada del comandante de campaña José Ignacio Aguirre salvó al pueblo por lo que la flota continuó su retirada río abajo.