Combate de Arroyo de la China

La victoria realista, si bien ocasionó numerosas y dramáticas pérdidas a la división enemiga, no tuvo mayor impacto en el resultado de la campaña.

La nueva escuadra estuvo lista con extraordinaria rapidez y fue puesta al mando de Guillermo Brown.

Larrobla quedó en el campamento de Otorgués mientras Costa se dirigió a Belén para reunirse con Artigas.

En la primera jornada las fuerzas navales al mando de Romarate se impusieron ante la varadura de la fragata Hércules que resultó tan severamente dañada que el comando realista consideró el triunfo como definitivo.

No obstante Vigodet se veía en dificultades para proveer a la escuadra: el 9 de marzo el Cabildo entregaba 45 quintales de galleta y manifestaba no quedar más nada en sus almacenes.

Recién el 17 se vio libre y sin averías, pero la flotilla no pudo zarpar a causa del viento.

"Romarate había trabado relaciones amistosas con Otorgués, y este le servía tanto para proporcionarle víveres, como para conducir sus comunicaciones a la Plaza de Montevideo, y a él las que de esta se le dirigían.

Romarate volvió a la formación y vio que el comandante del Belén había ya dispuesto la línea acoderados a la misma boca del arroyo, amarrados los buques al bosque.

La fuerza patriota estaba compuesta de la sumaca Santísima Trinidad[15]​ al mando del comandante de la expedición el capitán Tomás Nother, la goleta Fortuna,[16]​ al mando del subteniente Pablo Zufriategui, la balandra Nuestra Señora del Carmen, alias Sapo (Brown la llamaba la cañonera o "balandra del griego"),[17]​ comandada por el subteniente Pedro Samuel Spiro, la cañonera América o Americana,[18]​ al mando del subteniente Francisco José Seguí y los faluchos San Luis[19]​ (sargento mayor John Handel[20]​), y San Martín[21]​ (subteniente Santiago Hernández).

El mismo comandante realista comenta en su parte "han tenido la osadía de atacarme en este punto, sin duda por que me creían absolutamente sin municiones para defenderme".

Con brisa del sur y a la vela la escuadra patriota se lanzó sobre la línea realista con la cañonera América en vanguardia, que fue la primera en abrir fuego, generalizándose pronto el combate a quemarropa por lo que como el mismo comandante realista reconocía los cañones de 18 "jugaban con la mayor ventaja y velocidad", amén de la mayor precisión, consecuencia de operar la flota asaltante a vela mientras la realista hacía fuego acoderada.

La América y la Trinidad, ya casi sin arboladura, se ubicaron para impedir que el enemigo la abordara con sus lanchas.

En ese momento, Seguí relata que "prontos ya para mandarles los botes a auxiliarla de la varadura vimos con asombro volar el buque en fragmentos".

Al día siguiente se retiraron al sur y al pasar por el escenario del combate recogieron en el monte sobrevivientes de la tripulación de la Carmen, quienes relataron que tras haber sufrido bajas superiores al 50% de su tripulación y no pudiendo el comandante Spiro liberar su buque mandó desembarcar a los sobrevivientes en la isla y "puso una mecha en la Santa Bárbara retirándose enseguida, mas en el momento de estar ya en tierra recordó que había dejado en la cámara un objeto que estimaba en mucho y creyendo sin duda que la mecha le daría tiempo volvió al buque el que voló apenas él había subido".

que hallo urgentísima su venida para finalizarlas cuanto antes, pues sus deseos son los más ventajosos a la causa.".

Pese a su dramático desenlace para los patriotas, el combate no tuvo relevancia militar alguna.

Aislado en las proximidades del Río Negro, dependiendo del auxilio de Otorgués, Romarate permaneció en inacción y no volvió a cruzar el delta, viéndose forzado finalmente a la rendición.

Jacinto de Romarate Salamanca.
Brown (óleo de F.Goulu, 1825).