Para contrarrestar esa situación, la Junta de Buenos Aires creó una pequeña escuadrilla de 3 barcos al mando de Juan Bautista Azopardo y la envió a auxiliar a Manuel Belgrano en el Paraguay.
Los corsarios realistas realizaron saqueos y depredaciones en las costas de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, chocando en diversos combates con milicias locales.
Tres barcos realistas ingresaron en los riachos adyacentes a la Ciudad de Santa Fe, siendo vigilados por el teniente gobernador Juan Antonio Pereyra.
Fueron atacados por una partida de blandengues al mando del subteniente Juan Pablo Videla.
De acuerdo a lo expuesto en el parte de Pereyra, los realistas desembarcaron desarmados y escondieron armas en las cercanías para engañar y tomar por sorpresa a los lugareños, pero fueron sorprendidos por los blandengues, que no sufrieron ninguna baja.